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Explicación científica

El Mediterráneo, epicentro de las grandes tormentas: ¿por qué las lluvias torrenciales y las inundaciones ocurren siempre en las mismas zonas?

Entre la costa de Tarragona y la de Valencia solo cae un tercio de la lluvia que en Galicia, pero, aun así, las precipitaciones son mucho más intensas

Ibiza trata de volver a la normalidad tras las lluvias torrenciales y las inundaciones

Ibiza trata de volver a la normalidad tras las lluvias torrenciales y las inundaciones / GERMÁN LAMA / EUROPA PRESS

Valentina Raffio

Barcelona

El otoño siempre ha sido una estación lluviosa en España. Pero si antaño lo normal es que lloviera de forma más moderada y continua durante varias semanas, ahora es cada vez más habitual que las precipitaciones se concentren en menos episodios pero más torrenciales. Tanto es así que, desde hace ya unos años, con la llegada de esta estación ya es habitual ver cómo, en ocasiones, los chubascos dejan calles convertidas en ríos, coches arrastrados por el agua y un largo reguero de pérdidas y daños en varias zonas del país. Sobre todo, en el litoral mediterráneo y, concretamente, en ciudades como Valencia, Alicante, Castellón o Tarragona. ¿Por qué ocurre esto? ¿Se ha convertido realmente la costa mediterránea en el epicentro de las grandes tormentas? ¿Y por qué es precisamente esta zona la más castigada por las inundaciones?

"La realidad es que el Mediterráneo no es el único punto de tormentas en España, pero sí uno de los que concentra precipitaciones de carácter más torrencial", afirma el meteorólogo Roberto Granda, de la plataforma eltiempo.es, en declaraciones a EL PERIÓDICO. Según explica este especialista, las lluvias del Mediterráneo no destacan tanto por su frecuencia como por la magnitud de sus episodios y por los daños que dejan a su paso. Los registros, de hecho, confirman que en el Cantábrico llueve hasta tres veces más que en el Mediterráneo, con medias anuales de 1.200 a 1.800 mm en puntos como Galicia frente a los 400 o 500 mm del litoral levantino, pero mientras que en el norte las precipitaciones son suaves y continuas, en la costa del Mediterráneo se concentran en pocos episodios muy intensos.

"La realidad es que el Mediterráneo no es el único punto de tormentas en España, pero sí uno de los que concentra precipitaciones de carácter más torrencial"

Roberto Granda

— Meteorólogo

El mar como motor de tormentas

Para entender por qué el Mediterráneo se convierte, año tras año, en el escenario de las grandes tormentas, hay que mirar antes que nada hacia el propio mar. "Generalmente, el aporte húmedo del Mediterráneo, sobre todo al final del verano y durante el otoño, aporta gran cantidad de vapor a la atmósfera y provoca que la cantidad de agua precipitable sea mayor", explica Granda. Este fenómeno se ha acentuado aún más en los últimos años ya que, tal y como indican los registros, las aguas del Mediterráneo están registrando temperaturas muy por encima de la media durante todo el año, olas de calor en verano y cifras mucho más altas de lo normal incluso durante el otoño. Todo esto actúa como un gigantesco generador de vapor, cargando la atmósfera de humedad y de potencial lluvia.

Las aguas del Mediterráneo, cada vez más calientes, actúan como un gigantesco generador de vapor que empapa la atmósfera, la recalienta y aumenta la cantidad de agua disponible para la lluvia

La elevada humedad atmosférica no supone de por sí un problema excepto cuando coincide con situaciones de elevada inestabilidad atmosférica. Es el caso, por ejemplo, de cuando una DANA o una vaguada introduce aire frío en las capas altas, ese aire húmedo asciende, se condensa rápidamente y descarga con una intensidad extraordinaria. "Este es uno de los principales factores que explica la intensidad de las lluvias en esta zona. Las precipitaciones en el área mediterránea suelen ser más torrenciales e intensas por diversos factores, entre ellos el contraste térmico entre el mar cálido y el aire frío en altura", apunta el meteorólogo.

"Las precipitaciones en el área mediterránea suelen ser más torrenciales e intensas por diversos factores, entre ellos el contraste térmico entre el mar cálido y el aire frío en altura"

No es que las DANAs sean exclusivas del Levante, sino que es en el litoral mediterráneo donde encuentran el combustible perfecto para que estos episodios sean más intensos y torrenciales. "Hay episodios de vaguada o DANA que afectan al oeste, norte o sur sin dejar nada en el Mediterráneo", aclara Granda. Pero cuando este fenómeno se da en la costa mediterránea y coincide con un flujo de aire húmedo procedente del este, "la cantidad de agua precipitable aumenta y las lluvias pueden ser mucho más intensas y torrenciales que en zonas atlánticas o del interior", explica este especialista.

La orografía, una trampa para las nubes

El terreno también desempeña un papel clave en la formación de tormentas torrenciales en el Mediterráneo. Y es que, según explican los expertos, la proximidad entre el mar y las montañas crea un "efecto de embudo" que retiene las nubes cargadas de humedad, obligándolas a descargar sobre las mismas áreas una y otra vez. "La orografía de la región mediterránea favorece enormemente el desarrollo de tormentas y chubascos, además de su retención, permitiendo grandes acumulados de precipitación", detalla Granda. Por eso mismo, la franja entre el sur de Valencia y el norte de Alicante, donde la costa se encuentra con las primeras sierras, suele ser una de las zonas más castigadas por este tipo de chubascos de gran magnitud.

La proximidad entre el mar y las montañas crea un "efecto de embudo" que retiene las nubes cargadas de humedad, obligándolas a descargar sobre las mismas áreas una y otra vez

El último ingrediente clave para entender la formación y, sobre todo, la evolución de estas tormentas es la dirección del viento. "Si el flujo en superficie es de sureste o este, pueden darse las precipitaciones más intensas en Valencia, Castellón, Tarragona o Barcelona", explica Granda. En cambio, "si el viento sopla del noreste, las lluvias de mayor magnitud suelen concentrarse en el sur de Valencia y norte de Alicante". Se trata, a priori, de un detalle que podría parecer menor pero que, en la práctica, puede cambiar por completo el reparto de la lluvia. Un leve giro del viento basta para desplazar el núcleo de una tormenta decenas o incluso cientos de kilómetros. O al revés. La falta de viento puede hacer que un frente se quede paralizado sobre un mismo territorio y se pase horas descargando con fuerza.

Los estudios más exhaustivos elaborados hasta la fecha apuntan a que el avance de la crisis climática amenaza con agravar aún más el riesgo de lluvias torrenciales en el Mediterráneo. Sobre todo porque sabemos que un mar más cálido libera más vapor de agua a la atmósfera, lo que aumenta el potencial de precipitaciones extremas. Según el último informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), por cada grado que sube la temperatura del aire, la atmósfera puede retener hasta un 7% más de humedad, lo que se traduce en tormentas más intensas y concentradas. En este sentido, los expertos advierten que las regiones mediterráneas serán especialmente vulnerables a episodios de lluvia extrema alternados con sequías más prolongadas, un patrón que ya empieza a observarse en España y que podría intensificarse en las próximas décadas si las temperaturas del mar siguen batiendo récords.

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