Los máximos responsables de la Fundación Jiménez Díaz de Madrid sabían que Noelia de Mingo, la médica residente que el pasado 3 de abril asesinó a tres personas e hirió a otras seis, sufría transtornos mentales. Lo sabían, y de hecho organizaron una reunión el 31 de marzo para hablar del perfil psiquiátrico de Noelia, pero decidieron no hacer nada al respecto.

Así lo relató ayer en un juzgado de instrucción M. A., una médica a quien Noelia hirió en el cuello. El juez tomó declaración a otros nueve testigos. Ninguno de ellos pudo hablar con la prensa, pero el abogado de las familias de los tres asesinados, Carlos Sardinero, explicó a los periodistas que la médica herida dijo en su declaración judicial que la detenida tuvo al menos tres bajas laborales y algunas de ellas estuvieron relacionadas con "conductas extrañas" y "síntomas de ansiedad y depresión".

Esta versión contradice a la facilitada hace días por los máximos responsables de la Jiménez Díaz, que aseguraron que Noelia --médica residente de tercer año de Reumatología-- sólo estuvo de baja una vez en agosto del 2002 por "enfermedad común".

La médica, que llevaba cuatro meses sin tomar su medicación para la esquizofrenia, declaró hace días ante una comisión judicial. Los expertos dictaminaron que padecía "manía persecutoria", según publicó ayer El País. "Me espiaban y grababan mis conversaciones. Sabían cosas de mí que sólo podían conocer si me espiaban", dijo.

Noelia, que vive con sus padres en El Molar (Madrid), compró un cuchillo el miércoles 2 de abril. Para que su arma pasara inadvertida, agujereó el bolsillo de su bata y ahí lo mantuvo hasta que, la tarde del día 3, arremetió contra todos con los que se encontró a su paso en la clínica.