Un hombre de 40 años mató a tiros a su hija única, de 7 años, y se suicidó en el chalet donde residía, en la población madrileña de Arroyomolinos, el pasado jueves por la noche. La causa del drama podrían ser las discrepancias del parricida con su exesposa, madre de la niña, sobre el régimen de visitas de ésta.

Los cuerpos fueron hallados por la hermana del hombre, que vivía cerca del lugar del suceso. La hermana había sido alertada por la exmujer del agresor. La había llamado preocupada porque el protagonista de la tragedia no le había devuelto a la niña el día en que estaba previsto.

Cuando entró en la casa, encontró a la pequeña muerta de dos disparos. Junto a ella yacían también los cuerpos de su padre y del perro. La mujer salió de la casa gritando: "Ay, mi niña, ay, mi niña, que la ha matado, la ha matado", según una vecina.

La Guardia Civil recogió huellas para descartar otras hipótesis, como la intervención de una tercera persona, pero la principal sigue siendo la del parricidio. El arma, un revólver, estaba cerca del cadáver del padre. Los vecinos contaron que el hombre "no acababa de asumir que su esposa le hubiera dejado unos dos años antes" y que las relaciones "eran muy tensas entre ellos". La pequeña acudía al chalet sin ningún problema, cuando le correspondía.

El desencadenante de la tragedia podría haber sido, según otro vecino, un reciente informe de los servicios sociales realizado a petición de la madre en el que se restringía el régimen vigente de visitas al padre, lo que habría provocado que éste se enfrentase a la madre y decidiera retener a la niña. El hombre trabajaba de taxista y residía en un adosado situado de Arroyomolinos, localidad al sureste de Madrid.