La Sección Segunda de la Audiencia Provincial juzga desde ayer a Antonio H. Q., para quien el fiscal fiscal pide una condena de ocho años y seis meses de prisión como autor de un homicidio en grado de tentativa. La acusación particular pide, además, una indemnización de 1.983,34 euros para la víctima, mientras que la defensa solicita la libre absolución.

Los hechos se remontan al 21 de mayo del 2000. Según las conclusiones del fiscal, ese día ocurrió un tumulto en el patio del centro penitenciario de Castellón, donde víctima y acusado cumplían condena. Tras ella, y en un recinto menor, la víctima, Héctor P., relató que el acusado lo provocó para que buscara un cuchillo, a lo que él respondió que no tenía cuchillo y que, si quería, lo arreglaran de otra manera. A continuación, indicó que sintió un pinchazo a la altura del pezón izquierdo.

LE AFECTÓ EL PULMÓN

Por esta lesión tuvo que ser internado en el hospital La Fe de Valencia. Los forenses dijeron que la herida era muy grave. Sin la asistencia en un hospital, los peritos indican que hubiese muerto. La herida tocó la membrana que rodea al corazón y un poco de pulmón, provocando una hemorragia interna.

Según se ha puesto de relieve en el juicio, dos funcionarios tienen a su cargo a 150 presos. En el momento de los hechos, el encargado del patio estaba atendiendo el economato. Tras el tumulto, el encargado del módulo tuvo que dispersar a los 150 presos. El juez lo felicitó.

El jefe de servicio de la prisión relató que varios testimonios habían apuntado a Antonio H. Q. como el agresor. Uno de ellos, según reveló, llegó a decir que Antonio H. Q. y un compañero lo habían amenazado con pincharle a él también para que no ayudara a la víctima. Aseguró que más testigos apuntaban al acusado como el agresor aunque de forma confidencial. El funcionario declaró que el acusado ya tenía antecedentes por peleas en otros centros penitenciarios.

Sin embargo, dicho testigo negó ayer haber dicho al jefe de servicio que era el acusado quien había pinchado a la víctima. Antonio H. quien se dedicaba a prestar dinero a los presos, negó haber conversado con Héctor P. y haberlo visto herido. Aseguró que él estaba esperando a la apertura del economato cuando se produjo un tumulto. Aseguró que sólo vio una azada volando. Un amigo suyo, también prestamista, ratificó su versión.

En la batida que los funcionarios efectuaron tras la agresión confiscaron de las zonas comunes armas caseras, entre ellas un punzón, pero ni una sola azada. Un funcionario relató que, cuando detuvieron a Antonio H., éste llevaba puesto un parapeto de cartones y atado con bolsas de basura. El aludido aseguró que se lo puso tras ver el tumulto, a modo de protección, porque en los seis años que ha estado en prisión ha visto gente que sufría heridas sin haberse implicado directamente. Un preso explicó que es normal que los presos lo utilicen en peleas a cuchillo, aunque "sólo se pone cuando se huele algo".