Nunca me he visto tan cerca de la muerte como esa noche", declaró el acusado de la muerte del futbolista Sebastian Gómez Garrido, Sebas, ante los miembros del tribunal popular que le juzgan desde ayer por estos hechos en la sala de vistas del jurado de la Audiencia Provincial.

Los hechos que se le imputan ocurrieron sobre las 3.00 horas del domingo 26 de agosto del 2001, cuando según su declaración de tres horas, ininterrumpida únicamente en ocasiones por sus propios sollozos, el acusado, agente del Cuerpo Nacional de Policía de Madrid que estaba de vacaciones en Castellón, estaba con su mujer en el pub Natural sito en la playa del Gurugú.

Antes de salir de su casa, cogió un arma particular. "No la había cogido en todo el verano, pero una semana antes dos individuos intentaron atracarnos por la zona donde esta el pub, dijo.

SOY POLICÍA LAS 24 HORAS

"Yo soy un policía y --añadió-- la ley de fuerzas y cuerpos de seguridad dice que soy una autoridad para poder intervenir las 24 horas del día y si un policía no lleva su arma está vendible".

Una vez en el pub, se dirigió hacia la orilla del mar para orinar, ya que "los servicios estaban abarrotados y olían muy mal". Cuando estaba orinando, miró hacia un lado y otro, vio a una pareja tumbada en la arena y se cruzó su mirada con la del chico, que era Sebastián Gómez. "Me dijo: qué miras, mamón, pero --añadió-- no le respondí porque no buscaba bronca, terminé de orinar y me fui".

Pero, según su declaración, Sebas fue detrás de él y le dio un fuerte tirón en el hombro, le dio la vuelta y le dijo "te voy a matar, mirón de mierda". El acusado le respondió que "estaba equivocado, que sólo había ido a orinar". Acto seguido, Sebas le dio un puñetazo en la sién.

"NOTABA QUE ME ASFIXIABA"

"Me ví en la arena y él presionándome con fuerza la cabeza en ella. Ya notaba que me asfixiaba, se le escapó la mano, me la metió en la boca y le mordí en un dedo, me soltó un momento e intenté escaparme, pero volvió a alcanzarme", dijo. En ese momentó, sacó la placa y se identificó como policía y finalmente sacó el arma. "No entendía la agresión. Este chico estaba fuera de sí, estaba loco e iba a matarme. La agresión me cogió por sorpresa, de frente tenía a un hombre gigantesco. Ninguna persona me había ofrecido la brutalidad y resistencia de esa persona", declaró el acusado a la pregunta de la acusación particular de por qué saco el revólver, si se trata de un agente con 24 años de servicio y experiencia y si no sabía repeler la agresión como un policía que estaba entrenado para ello.

Y efectuó un primer disparo a la arena y como Sebas iba hacia él, realizó otros dos al suelo, tres balas que, como recordó la acusación particular, no se encontraron nunca cuando se realizó la búsqueda de los proyectiles en la zona. "Me dijo: ´No tienes huevos para dispararme. Ahora te la voy a quitar y te la voy a meter por el culo´. Forcejeamos, disparé otro disparo y luego otros dos porque quería evitar que me cogiera el arma", dijo.

Después de disparar, el joven le dijo "ya vale, ya vale". Él le dio un empujón, "no sabía si las balas le habían alcanzado", y se fue corriendo junto a su mujer. Posteriormente, Sebas fallecía debido a los tres impactos, que le alcanzaron en la zona torácica y en la abdominal.

"TIRÉ EL ARMA POR RABIA"

El acusado y su mujer se fueron en su coche y cuando llegaron al puerto, en la escollera, tiró el arma al mar. "Fue un acto de rabia por haber cogido esa noche el revólver, porque había salido de fiesta con mi mujer y se había convertido en la peor pesadilla del mundo".

Una vez en casa, al ver la sangre en la ropa, pensó "que podía haber sucedido algo más grave" y llamaron a la policía. A pesar de que, como agente conoce que en estos casos son necesarias todas las pruebas para los análisis pertinentes, como le recordó la acusación particular, antes de entregarse se cambió de ropa "por decoro, para ir aseado".

QUITAMANCHAS EN LA ROPA

Y dejaron la ropa manchada en casa, a la que su mujer, "de forma inconsciente" llegó a aplicarle un quitamanchas. Cuando se reunieron con los policías, les dijo dónde había tirado el arma y se enteró de que el joven había fallecido. Le entró "una crisis, estaba muy mal", por lo que le llevaron a la casa de socorro, acompañado de su mujer y fueron a la comisaría de policía.

PENAS

Por estos hechos, el Ministerio Fiscal pide para Pablo S. T. una pena de cinco años de prisión al acusarle de un delito de homicidio con la eximente incompleta de legítima defensa y confesión. También solicita una indemnización de 120.000 euros para los padres de la víctima.

La acusación particular aumenta la solicitud de la pena para el acusado a 15 años de prisión, por un delito de asesinato o, alternativamente, a 12 años, por uno de homicidio, e incrementa la cantidad a indemnizar a los progenitores del malogrado Sebas en 180.000 euros. Por su parte, la defensa del imputado considera que su cliente actuó en legítima defensa, por lo que solicita su libre absolución.

Hoy continúa el juicio con la declaración, entre otros, de la mujer que se encontraba con el joven futbolista de Vila-real aquella noche a la orilla del mar y de la mujer del acusado.