El policía que estaba al frente del servicio de noche de la comisaría de Castellón la fatídica madrugada del 26 de agosto del 2001 declaró ayer ante el tribunal popular que juzga al acusado de la muerte de Sebastián Gómez, Pablo S. T., que éste le dijo "que había perdido los nervios y le había descargado el cargador (del revólver) al chico". "Me comentó --añadió-- que había sido en un momento de ofuscación y no sabía nada más; sí conocía que le había herido y me preguntó si había muerto", lo que contradice la declaración del acusado, que manifestó que no sabía si alguno de los siete disparos efectuados habían alcanzado al futbolista de Vila-real.

El policía, que explicó que Pablo S. T. no le dijo nada de que le habían intentado asfixiar ni golpeado en la cabeza, añadió que la mujer de éste le comentó que él "había intentado suicidarse en el puerto, dado lo que había sucedido", una manifestación que la mujer negó cuando declaró el martes.

Asimismo, otros funcionarios de la comisaría de Castellón que intervinieron la noche de los hechos declararon ayer que la acompañante de Sebas les dijo que él y el acusado intercambiaron unas palabras antes de que el futbolista fuera tras aquél, un hecho que no fue relatado por la joven en su declaración y que también contradice la versión de Pablo S. T. acerca de que no le dijo nada al joven.

Así, uno de los agentes dijo que la mujer, Mari Cruz A. Z., "explicó que estaba con el chico, apareció un señor que podía ser un voyeur.

"SEBAS, DÉJALO ESTAR"

"Ella comentó que le dijo: ´Sebas, déjalo, déjalo estar, que no vale la pena´, y luego no dejaba de repetirse: ´¿Por qué ha tenido que salir detrás de él?", manifestó otro policía que la atendió esa noche y declaró ayer.

Todos los funcionarios policiales coincidieron ayer en criticar la tardanza de la ambulancia del SAMU en llegar esa noche al lugar de los hechos, donde el joven futbolista de Vila-real todavía estaba con vida. "Un compañero de los que atendió al herido (refiriéndose a Sebas) llamó para que mandaran urgentemente una unidad del SAMU. Yo mismo llamé otras dos veces para preguntar qué pasaba con la ambulancia, ya que me enfadé porque estaba en juego la vida de una persona. Hasta que llegó pasaron como mínimo tres cuartos de hora", declaró uno de los agentes.

Por último, el jefe del servicio de noche manifestó que si el acusado no se hubiera entregado lo hubieran tenido "muy difícil para localizarlo, pues en esos locales podía haber entre 3.000 y 4.000 personas y la joven que iba con Sebas no aportó ningún dato".