Un vecino de Castellón de 62 años se enfrenta a una pena de 16 años de prisión como presunto autor de los delitos continuados de provocación sexual y de abusos sexuales contra cinco menores y uno de tenencia ilícita de armas, ocurridos en su casa entre 1996 y 2000.

Los hechos que se le imputan al acusado, Antonio G. T., quien, según el fiscal, padece pedofilia, fueron denunciados por algunas de las presuntas víctimas el 17 de agosto del 2000 y ocurrían desde 1996 en su domicilio, sito en el n° 8 de la calle Gracia, adonde acudían los menores. Allí, según el fiscal, éstos veían películas y revistas pornográficas y, a cambio de dinero, le hacían masajes al acusado, quien distinguía tres grados: "normal, por el que les pagaba 1.500 pesetas (9,01 euros); especial, que implicaba una masturbación, y superespecial, que suponía hacer una felación", por los que les daba 2.000 pesetas (12 euros).

Por ello, el fiscal también solicita que el acusado, quien a pesar de padecer pedofilia considera que está bien adaptado socialmente, indemnice a las víctimas en un total de 42.000 euros.

MASAJES "DE RELAX"

El acusado, actualmente en libertad provisional, que niega los hechos por lo que su abogado solicita su libre absolución, declaró, en el juicio que continúa hoy en la sala de vistas de la Sección Segunda de la Audiencia, que las películas porno se las habían regalado pero que él nunca vio que las visionaran los menores. Dijo que los masajes que le realizaban algunos menores eran "de relax" y "procuraba que no hubiera nadie en casa" cuando uno se lo hacía en su habitación.

Respecto a la relación que mantenía con los menores, dijo que "mientras estaban en casa no estaban tirados en la calle, más bien era una protección", y explicó que a su domicilio acudía una sucesión de menores: "Unos traían a otros, desde los últimos 25 años las pandillas venían voluntariamente".

A este respecto, la mayoría de los testigos que declararon ayer, menores que habían acudido a la vivienda del acusado cuando contaban unos 13 años, manifestaron que sí vieron películas y revistas pornográficas y que el imputado no les dijo nada de que no debían verlas. Aunque muchos de ellos conocían que algunos le hacían masajes al acusado, negaron que le hubieran realizado ninguno, ni masturbaciones ni felaciones.

No obstante, uno de los menores que le denunció declaró que conoció a Antonio G. T. cuando tenía 10 años y que después acudía a su vivienda, donde había bocadillos y él ponía películas pornográficas tanto en el comedor, como en su habitación. El joven añadió que allí había más chicos de su edad, que se masturbaban mientras veían las películas y que el imputado no les decía nada. Respecto a los masajes que le realizaban, explicó que entonces "tenía necesidad de dinero" y esa era una forma de conseguirlo.

Dijo que un principio se los hacía en la espalda, en las piernas y en los brazos y le pagaba a cambio unas 1.500 pesetas (9.01 euros), pero cuando tenía 13 ó 14 años, el acusado le dijo "que si quería ganar más tenía que hacer más, tenía que masturbarle", y lo hizo desde esa edad "cuando necesitaba dinero, día sí, día no", hasta que denunció los hechos, tras contarlo a su familia, y el acusado fue detenido.

"NO PODÍAS BAJAR DE GRADO"

Asimismo, el joven relató que en 1999 le dijo que "tenía que pasar a un nuevo grado si quería ganar más" y le hizo varias felaciones "de los 14 a los 15 años" que no denunció antes "porque tenía miedo, pues tenía armas y creía que le podía hacer algo alguna vez". "Cuando subías a un grado ya no podías bajar de él".

Otro testigo declaró que conoció al acusado "por los años 80, cuando tenía 15 ó 16 años" e iba a su casa "a tomar cervezas y fumar porros", que a veces les proporcionaba el imputado, quien le hizo "felaciones y masturbaciones y le daba dinero o regalos a cambio, y lo hacía con chicos de otras pandillas", que también iban a su casa.