El 2004 está finalizando con un número de víctimas de la violencia sexista muy parecido al del año anterior, pese a las nuevas normas aprobadas y a la mayor conciencia ciudadana. Dos nuevas mujeres muertas este fin de semana en Basauri (Vizcaya) y en Navalmoral de la Mata (Cáceres) han elevado la cifra de fallecidas a 66 en lo que va de año, cuando aún faltan tres semanas para que este finalice. En todo el 2003 se registraron 71 muertes.

El suceso registrado en la localidad extremeña tuvo unos tintes espeluznantes. La mujer muerta tenía 82 años, se encontraba ingresada en coma irreversible en el hospital Campo Arañuelo y su fallecimiento se produjo a consecuencia de una puñalada que le había asestado en el brazo su marido, de 80 años.

CHARCO DE SANGRE El personal sanitario se enteró de la agresión después de que los familiares de otro enfermo ingresado en la misma habitación que la mujer alertaran sobre la existencia de un charco de sangre. Los enfermeros detectaron de inmediato el corte en el brazo y al marido con una navaja en la mano. Este no parecía en absoluto consciente de haber agredido a su esposa y entregó el cuchillo sin oponer resistencia alguna.

Tras ser detenido, el anciano fue ingresado en el Hospital Psiquiátrico de Plasencia, mientras que su cónyuge fue sometida a una intervención en la que se le amputó la mano y parte del brazo. Pese a que superó esta operación, a la pocas horas falleció debido a que había perdido mucha sangre y a su mal estado de salud. Un infarto de miorcardio y un accidente cerebrovascular le habían producido unos días antes el estado de coma en el que se encontraba.

En Bausauri, la víctima fue una mujer de 54 años que fue hallada muerta en su casa a causa de las puñaladas que presuntamente le asestó su marido, de 60 años. El agresor fue detenido y trasladado a un centro hospitalario porque presentaba heridas en las muñecas que fuentes de la Ertzaintza atribuyeron a un intento de suicidio.

Varios vecinos del matrimonio coincidieron en indicar que la pareja estaba en trámites de separación y que el marido se sometía a tratamiento médico por depresión. El crimen tuvo lugar a las ocho de la mañana, pero no se descubrió hasta las 13.40 horas, cuando una de las dos hijas del matrimonio alertó a la policía al ver que su madre no cogía el teléfono. En una trágica casualidad, el día anterior había fallecido la madre de la víctima.

La mujer era empleada de limpieza y su esposo recién jubilado como empleado de la empresa de neumáticos Firestone.