El empresario alemán que el martes apareció muerto en su casa de Lloret de Mar (Girona) recibió una quincena de cuchilladas en el pecho y un fuerte golpe en la cabeza. Helmut Diekmann, de 49 años, residía en un lujoso chalet de la urbanización Roca Grossa que tiene vigilancia privada desde que en el 2003 fuera degollado el vecino ruso Vladimir Morozov.

Los Mossos d´Esquadra no tienen una teoría clara sobre el móvil del asesinato, pero trabajan con la hipótesis de que la víctima conocía a su agresor y que las causas del crimen van más allá de un simple robo ya que no han encontrado ninguna puerta, ni ventana forzada. Tampoco saltó la alarma de seguridad.

Los investigadores se llevaron ayer un cuchillo de la casa para comprobar si la hoja coincide con las heridas que presenta el cadáver, aunque no tenía restos de sangre. La autopsia, que será practicada hoy, deberá concretar el número exacto de puñaladas y las características de los cortes.

Un albañil que hacía trabajos de mantenimiento en la vivienda de Diekmann localizó su cadáver el martes, alrededor de las nueve de la noche, tendido en el comedor en medio de un charco de sangre. La habitación estaba completamente desordenada, lo que hace sospechar a los Mossos que el empresario intentó defenderse y que antes de morir hubo una violenta pelea.

Este adinerado empresario, que colaboraba con una agencia de viajes de Lloret montando excursiones para turistas alemanes, era soltero y vivía solo. Según algunos vecinos, llevaba un tren de vida muy alto y se le podía ver, a menudo, con coches de lujo, relojes caros y frecuentaba varios locales nocturnos.