Los servicios de emergencia británicos tratan de controlar desde primera hora de la mañana de ayer un gigantesco incendio en una veintena de tanques de carburante, situados en la localidad inglesa de Hemel Hempstead, a 40 kilómetros al norte de Londres. El fuego, provocado por tres explosiones, amenaza con destruir uno de los mayores depósitos de combustible del país y ha originado una nube de gases contaminantes que se extendía ayer tarde sobre cientos de kilómetros por todo el sur de Inglaterra. El suceso, considerado como "posiblemente el mayor incidente de este tipo ocurrido en Europa en tiempos de paz", según el jefe de la policía de Hertfordshire, Frank Whiteley, fue, según los primeros indicios, un accidente, aunque los investigadores no descartan completamente otras hipótesis y también lo están investigando expertos antiterroristas. En la triple explosión resultaron heridas al menos 43 personas, dos de ellas de extrema gravedad.

2.000 PERSONAS EVACUADAS Las autoridades evacuaron a 2.000 vecinos, cuyas casas resultaron dañadas por la onda expansiva y recomendaron a la población directamente afectada por las nubes del denso e irritante humo negro que se mantengan en sus viviendas con puertas y ventanas cerradas. Las escuelas próximas al lugar cancelaron para hoy las clases, mientras los responsables de la sanidad pública tomaban anoche muestras del aire para determinar su peligrosidad.

"Existe la posibilidad de que se produzcan nuevas explosiones", declaró Whiteley, quien advirtió de que el incendio puede prolongarse durante varios días.

Las alarmas sonaron pocos minutos después de las seis de la mañana (hora local), cuando una cadena de violentas detonaciones sacaron de la cama a los residentes de Hemel Hempstead. Los cielos aún oscuros y nocturnos se cubrieron de golpe de un resplandor naranja, "como una bola de fuego", según un testigo. Las explosiones, que pudieron oírse en Francia, Holanda y en lugares muy distantes de Inglaterra, procedían de los depósitos de carburante de Buncefield, una zona industrial casi desierta en domingo y a esa hora, lo que puede explicar el relativamente bajo número de víctimas.

Una veintena de tanques de combustible, propiedad de las multinacionales Total y Texaco, comenzó a arder, por causas que aún se desconocen, provocando gigantescas llamas de varios metros de altura, perfectamente visibles a una decenas de kilómetros a la redonda. Los depósitos siniestrados formaban parte de un complejo administrado por British Petroleum (BP), Shell y British Pipeline Agency. En el recinto se almacenan 150.000 toneladas de carburante, incluida gasolina, petróleo y queroseno, destinado al abastecimiento de aviones, en los principales aeropuertos londinenses, incluido el de Luton, a 15 km del lugar.

Representantes de la industria petrolera mantuvieron una reunión de urgencia, para asegurar que no habrá problemas en el suministro, aunque ya se veían largas colas en las gasolineras de la zona. A su vez, el viceprimer ministro, John Prescott, visitó anoche el lugar de las explosiones, donde las llamas seguían iluminando el cielo.