Los ladrones robaban vehículos de gran cilindrada, tapas de alcantarilla y extintores de las comunidades de propietarios y, en ocasiones, utilizaban estos últimos para propagar espray y facilitar de este modo su huida cuando eran perseguidos por las fuerzas de seguridad.

La mayoría de los objetos robados se enviaba a Rumanía y el resto se vendía entre vecinos de varias localidades alicantinas.