Como si se lo hubiera tragado la tierra. El 29 de enero del año 2004, Víctor Alarcón Peña, un anciano de Vila-real de 82 años que sufría alzheimer, fue visto por última vez en el centro de día de la Mare de Déu de Gracia de esa localidad, al que su familia le llevaba desde hacía escasos días. Nunca más se ha llegado a saber nada de él.

"Solo quiero saber qué ha pasado con mi padre", denuncia su hija, Valentina, que junto al resto de la familia vive una "pesadilla" desde hace tres años, y denuncia la investigación realizada sobre el caso. Precisamente, esta ausencia de noticias sobre el anciano y sobre las avances de las diligencias policiales les llevaron a manifestarse delante de la Subdelegación del Gobierno el 23 de mayo del 2005, en busca de respuestas. "Fue en vano, porque me remitieron a la comisaría de Castellón y de allí a la de Vila-real, y cuando les pregunté qué novedades había de mi padre no supieron ni indicarme qué persona estaba en la puerta de la residencia el día en que desapareció; en mi humilde conocimiento, sé que una investigación es algo más que eso", dijo impotente.

Tras la desaparición, se inició una intensa búsqueda en el municipio y otros cercanos, en la que participaron perros, buzos y un helicóptero, que también peinaron la zona de Santa Quiteria, sin obtener ninguna pista del anciano. Pero su familia nunca se ha dado por vencida. Incluso, llegaron a ofrecer una recompensa para la persona que aportara alguna información fiable sobre el paradero de Víctor Alarcón Peña.

"Nuestra impotencia es enorme --añade Valentina--, al menos, nos gustaría encontrarlo y si está muerto, poder enterrarlo y seguir adelante, pero ahora no podemos; cómo pretenden que me olvide de mi padre, que se pongan en mi situación". "Han estado esperando a que apareciera el cuerpo sin vida e incluso, cuando llegaba Pascua me decían que como hay más gente por la zona, alguien lo encontraría, pero, con este año, ya serán tres pascuas y seguimos igual", denunció.

Precisamente, Valentina se realizó la prueba del ADN "para poder cotejarlo con los cadáveres sin identificar que pudieran aparecer en cualquier punto de España, pero, de momento, sin noticias".

Aplazado el juicio

Mientras tanto, los familiares de este anciano, que contaba 82 años cuando fue visto por última vez, se encuentran a la espera del juicio "por la presunta responsabilidad de la residencia en la que se encontraba cuando desapareció". Y es que la familia asegura que su padre "apenas podía caminar de 50 a 100 metros sin ahogarse" por lo que supone para ellos una angustia que nadie le viera ese día: "Mi padre no se perdió, no era capaz de ello, y no voy a parar hasta mi último aliento para obtener alguna respuesta".

Insiste en que todos los desaparecidos en la provincia "han ido apareciendo, vivos o muertos; que se pongan en mi lugar, a ver que harían".