La Universidad Politécnica de Virginia reaccionó con lentitud durante la masacre

que tuvo lugar en el campus el pasado mes de abril, según un nuevo informe que

recoge hoy la prensa local. El informe, elaborado por un panel investigador del

estado de Virginia, señala que los responsables de la universidad no

interpretaron correctamente las leyes federales sobre privacidad, al creer que

estas prohibían compartir información sobre la salud mental de uno de sus

estudiantes.

El diario "The New York Times" recuerda en su edición de hoy que después de

que un juez dictaminase que el estudiante pistolero, Cho Seung-Hui, tenía que

someterse a tratamiento en un centro mental tras hablar sobre la posibilidad de

suicidarse, asistió a una entrevista previa, pero el tema no tuvo seguimiento

después. El estudio destaca que no quedó constancia de la citada entrevista y

que la universidad nunca informó a los padres de Cho sobre ese percance.

El panel, que se creó a solicitud del gobernador de Virginia, Tim Kaine, para

investigar la masacre en la que murieron 33 personas, incluido el propio Cho,

tenía previsto divulgar su informe oficialmente hoy, pero adelantó su

publicación a última hora del miércoles tras descubrir que el "New York Times"

había obtenido una copia.

Menos víctimas

Aunque las críticas abundan en el informe, el panel concluyó que el haber

cerrado el campus tras el primer incidente, un doble homicidio, que tuvo lugar

horas antes del principal tiroteo, habría sido poco práctico y probablemente no

habría logrado disuadir a Cho de sus planes. "No parece haber un escenario

plausible (...) que hubiera prevenido la tragedia", señala el informe que cita

el "Times", a lo que añade que "Cho había iniciado una misión de hacer realidad

una fantasía de venganza".

Pero el panel investigador destaca que si la universidad hubiera alertado

antes o cancelado las clases después de que Cho disparase contra sus dos

primeras víctimas, antes de perpetrar el resto de la matanza, el número de

víctimas podría haber sido menor. El estudio concluye, además, que incluso

después de que los responsables de la universidad se diesen cuenta de la

magnitud de la tragedia, sus mensajes a los estudiantes seguían minimizando la

situación de emergencia, al describirla como un "procedimiento policial

rutinario".

"Los eventos eran muy perturbadores y no había forma de endulzarlos" a la

hora de diseminar las noticias, destaca el informe del que se hace eco el

"Times", que señala que "eran necesarios los datos puros y duros". El estudio

señala que las respuestas del campus y la policía local estuvieron "bien

coordinadas", pero precisa que los funcionarios de la policía universitaria se

equivocaron al extraer una conclusión prematura en el doble homicidio inicial.

La policía creyó en un principio que se trataba de un acontecimiento aislado

fruto de una pelea doméstica y persiguió erróneamente al sospechoso equivocado,

quien, creían, había abandonado el recinto estudiantil.

El informe fue redactado por un panel de ocho miembros, que incluye a altos

funcionarios policiales, el ex director del Departamento de Seguridad Nacional,

Tom Ridge y especialistas en salud mental, educación y seguridad.