Hace apenas dos años, las chatarrerías de la provincia pagaban por un kilo de cobre entre dos y tres euros. Ahora tiene un valor de unos ocho euros. Esta revalorización ha disparado la aparición de bandas especializadas en robos a gran escala y que han entrado con fuerza en un negocio ilegal que tradicionalmente se repartían los delincuentes habituales. Ahora, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad no solo se enfrentan a los ladrones que solo aspiran a llevarse cantidades menores de metal, sino también a la delincuencia especializada. "Hay preocupación porque no solo se trata de un hecho delictivo, sino también por el daño que ocasiona al bien público". Estas organizaciones, que en muchos casos son "de procedencia rumana, están provistas de infraestructura para sustraerlo, transportarlo y manipularlo, para, después, venderlo". "Ninguna población castellonense escapa a este delito", aseguran.