"Me declaro culpable". Con estas palabras, Josef Fritzl admitió ayer todos los cargos de los que se le acusaba. Tras escuchar el testimonio grabado en 11 horas de vídeo de su hija Elisabeth sobre el martirio al que le sometió durante 24 años en que la mantuvo encerrada, el Monstruo de Amstetten cedió y confesó no solamente los delitos de violación, coacción, privación de libertad e incesto, sino también los de asesinato por omisión de socorro y esclavitud a que en principio se negaba.

La reacción de Fritzl fue inesperada. Su abogado manifestó estar "sorprendido" y explicó que el acusado se mostró "conmocionado" tras escuchar por primera vez las palabras incriminatorias de su hija, grabadas y mostradas en la sala, aspecto que explicaría el cambio de actitud.

"Tenía que haber hecho algo", dijo Fritzl sobre la muerte de uno de sus hijos--nietos poco después de nacer, al que vio que venía al mundo con problemas. Con esta declaración, el tribunal puede condenarlo a cadena perpetua por asesinato, pero el hecho de admitir todos los cargos también puede ser un atenuante. Hoy se conocerá el fallo.