El adosado de la calle Peñalba número 5 de la Vall d´Uixó en el que residía el matrimonio --Ricardo R.C. y Marta H.E.-- acusado de reiteradas violaciones durante dos años a dos niñas, de 6 y 13 años, vecinas suyas, resultó ser una "terrible trampa con un componente extra de maldad y perversión que les permitió captar a las menores para después violarlas". Esta fue la tajante conclusión a la que llegó ayer la acusación particular. El letrado reiteró que "la cochera estuviera siempre abierta y llena de juguetes y columpios fue un plan premeditado para que las niñas vecinas fueran a jugar con su hija y, así, poder abusar de ellas...".

El presidente del tribunal de la Sección Primera de la Audiencia, Carlos Domínguez, dejó ayer el juicio visto para sentencia después de que prestaran declaración los forenses y psiquiatras que habían tratado a los dos imputados. Estos últimos negaron hacer uso de la última palabra.

Ambos se enfrentan a 122 años de cárcel que pide el fiscal, 80 para él y 42 para ella, por delitos continuados de agresión sexual, abusos, exhibicionismo, lesiones y amenazas de muerte. El fiscal elevó sus conclusiones a definitivas sin realizar ni un solo cambio al considerar que "todo lo que cuentan las niñas, dadas las secuelas que sufren, como el estrés postraumático, es cierto".

NO FABULAN // Los tres forenses explicaron que las dos niñas "padecen unas secuelas graves que solo una persona que haya vivido una gran catástrofe es capaz de sufrir". Detallaron que "el estrés postraumático solo aparece si la experiencia tiene una base real; una menor nunca podría padecerlo a base de fabulaciones o de pesadillas". Los especialistas añadieron que el acusado Ricardo R.C. "no tiene ninguna enfermedad psiquiátrica, por lo que pudo haber controlado sus impulsos".

Además, los psiquiatras de los acusados afirmaron que Ricardo tiene una personalidad inmadura y cumple con el perfil de abusador sexual. Respecto a Marta, indicaron que es una persona "obsesiva, compulsiva y decía que ella se enteró en el 2003 de que su marido abusó de las niñas".

Para la defensa, la esposa "se vio abocada a esta situación". Pese a que la acusación insistió en que "el hombre se autoinculpa para exculpar a su mujer, pero Marta participó igual que él, en todo, dado el abanico de información y de detalles que dan las niñas".

Para el fiscal, se trata de un caso difícil y complejo, en el que la única prueba de cargo que existe son las declaraciones de las menores y las secuelas que sufren. No obstante, añadió, "las víctimas no mienten porque el acusado corroboró los tocamientos genitales y las masturbaciones, igual que lo contaron las niñas, que les enseñaba el pene, que le ofreció a una dinero, que le envió 80 cartas de amor... Y, además, las amenazas de muerte fueron presenciadas por otras personas".

El letrado de la menor de 6 años explicó que la pequeña hizo un dibujo ante los psiquiatras en el que describía a la acusada, Marta. "Dibujó un muñeco con las piernas abiertas y la vulva muy grande de la que salía líquido, y añadió el texto: Marta guarra".