"Nos confirmaron que es mi hijo. Ya quedamos tranquilos". Oír hablar de tranquilidad a Roberto Silva justo después de que le aseguren que su vástago ha fallecido causa desconcierto, pero es una reacción común entre quienes han pasado varios días de incertidumbre sobre la vida de un ser querido, según los psicólogos. Los forenses terminaron ayer la identificación de los muertos en la tragedia de Castelldefels, con la novedad de que la cifra de víctimas descendió de 13 a 12 tras las pruebas definitivas.

La familia del joven ecuatoriano Eduardo Silva recibió ayer la ratificación de su fallecimiento. "El jueves nos dijeron que era él, el viernes que no estaban seguros y por la tarde vinieron a casa a tomar muestras biológicas, y ahora nos han vuelto a llamar. Tenemos muchas ganas de acabar con esto", comentó Segundo Medina, tío del muchacho.

El colombiano Conrado Herrera, cuñado de una víctima del atropello, supo ayer de la muerte de su conocido John Mauricio Osorio. Fue una noticia esperada: "Llevamos muchos días de zozobra y, paradójicamente, la certeza alivia". Antes de conocer la identificación, Herrera participó en el acto de homenaje que una treintena de colombianos celebraron en el apeadero de Platja de Castelldefels en memoria de sus connacionales.

INCERTIDUMBRE El coordinador del equipo de psicólogos que atiende a las familias, Andreu Cuartero, considera habituales estas reacciones: "La incertidumbre sobre la vida es uno de los sentimientos que causan más angustia, y la confirmación del fallecimiento acaba con ella. Puede que la persona se derrumbe en el momento de saberlo, pero al mismo tiempo siente alivio por el fin de la incerteza".

Sin embargo, en el caso de la tragedia de Castelldefels falta un paso clave. "El no tener el cuerpo del fallecido agrava la carga traumática de la situación. Los familiares desean recibirlos lo antes posible para iniciar el proceso de la despedida y el luto", explicó Cuartero.

Los parientes, no obstante, aún tendrán que esperar. La reducción de la cifra de muertos de 13 a 12 da una idea de la dificultad de la identificación de todos los restos. Los forenses consideraban hasta ayer que contaban con 13 cuerpos, pero los análisis de ADN hallaron el mismo perfil en dos de ellos. La última víctima en ser identificada fue una mujer rumana de 30 años cuyo nombre no se desveló porque su familia no estaba al corriente de la luctuosa noticia.

En cuanto a los heridos, los diez hospitalizados por el atropello evolucionan favorablemente. Solo dos se encuentran graves ídos mujeres de 18 y 45 años con sendas facturasde tibia y peronéí, otros dos, menos graves, y los seis restantes, leves.

En el frente político, el titular de Fomento, José Blanco, volvió a atribuir ayer el accidente a una temeridad. "Los últimos informes ratifican que ha sido una imprudencia lo que ha causado la tragedia que nos ha asolado a todos", comentó Blanco, y aprovechó para hacer una "llamada a la prudencia" y concluir que "en ningún caso se pueden cruzar las vías y, en este sentido, es necesario apelar a la responsabilidad de los ciudadanos".

Ante las declaraciones que atribuyen el suceso únicamente a una imprudencia, el embajador de Ecuador, Galo Chiriboga, criticó que se den "conclusiones precipitadas que solo conducen a mortificar de manera innecesaria a las víctimas" y se mostró complacido con que se haya iniciado una investigación.