El asesinato de Miguel Navarro Maikel a manos de tres chavales de 20, 17 y 14 años en Castellón hace apenas 10 días ha reabierto en nuestra sociedad el eterno debate sobre la preocupante delincuencia juvenil, en alza, según los expertos, debido en parte al modelo de educación actual, mucho más permisivo e hiperprotector, en un entorno donde todo vale.

Y es que en el juzgado de Menores de Castellón se sientan cada año en el banquillo más de 200 chavales que resultan condenados y, de éstos, el 40% tienen que afrontar medidas judiciales graves como es el internamiento en régimen cerrado, detallaron a el Periódico Mediterráneo fuentes judiciales consultadas.

El crimen de Maikel pone en la palestra la crueldad con la que pueden llegar a actuar los adolescentes. En este caso en concreto, los detenidos, presuntamente, asestaron hasta nueve hachazos a la víctima, siete de ellos en la cabeza, en un asesinato, que, al parecer, pudo haber sido planeado. Después, como ellos mismos confesaron ante la Policía Nacional y ante el juez, trasladaron el cuerpo en una carretilla hasta un campo de naranjos donde lo enterraron y fingieron no saber nada de su desaparición, pese a que sus familiares lo estaban buscando desesperadamente, para lo que habían empapelado de carteles toda la ciudad.

El joven de 20 años ingresó en prisión preventiva, en la cárcel de la carretera de l’Alcora, mientras que los dos menores fueron trasladados a dos centros de reeducación de Valencia y Alicante, donde permanecerán encerrados hasta que se celebre el juicio como presuntos autores de un delito de asesinato y por el que podrían llegar a cumplir un máximo de 8 años de internamiento.

Un caso en el que fuentes conocedoras del mismo coinciden en remarcar la «frialdad» con la que relataron los hechos y destacaron la posibilidad de que uno de ellos, el de 17 años (que pudo haber planeado el crimen), sufriera una «posible psicopatía». Respecto al de 14, indicaron, tiene una gran «dependencia hacia el de 17, lo ve como a un líder».

Caso cuya instrucción acaba de comenzar y que se ha convertido en el más sanguinario y terrible de los crímenes perpetrados por menores de nuestra historia reciente y que conforman la crónica negra de nuestra provincia.

Brutal violación // El 11 de mayo del 2008, un chico de 16 años protagonizaba un caso que ha quedado muy marcado en la memoria de los castellonenses. Eran las 6.30 de la mañana y una mujer de 63 años paseaba a su perro en las inmediaciones de la plaza Santa Clara. Sin darse cuenta, el adolescente se abalanzó sobre ella. La víctima opuso una fuerte resistencia y no paró de gritar, pero el menor consiguió desnudarla, propinándole infinidad de golpes y puñetazos en la cara y en la cabeza. Cogió una cuerda que llevaba en el bolsillo y le rodeó el cuello hasta casi estrangularla y en semejante y salvaje acción le reventó un ojo.

En ese momento, el propietario de un local de hostelería de la calle Obispo Climent, observó los hechos y corrió rápidamente a auxiliar a la víctima, quien estaba tendida en el suelo y con el individuo intentando estrangularla. El hostelero le gritó al menor que la dejara en paz y pudo propinarle varios golpes e intentó retenerle, pero el atacante logró huir. La Policía Nacional, tras una ardua y complicada investigación, consiguió detenerlo y en el juicio, que se celebró en el año 2009, fue condenado a siete años de internamiento en un centro de menores. La víctima perdió el ojo por los diversos golpes recibidos durante la violación.

Ataque con un hacha // En el 2012, el ataque de un menor de 16 años a su madre con un hacha en una casa de Benicàssim causaba gran conmoción. La mujer no sufrió lesiones importantes, pero el joven destrozó con el arma gran parte del mobiliario de la vivienda. El motivo del ataque de ira fue que la mujer le había desconectado la señal del wi fi con la finalidad de que estudiara. Cuando fue detenido, incluso amenazó con suicidarse con un cuchillo. El caso cayó en manos de la Fiscalía, que solicitó el ingreso del chaval en un centro de reeducación.

Agresión sexual con 14 años // Recientes han sido dos casos de violación protagonizados por menores. Durante las pasadas fiestas de la Magdalena, un chico de 14 años agredió sexualmente a una menor de 16 en una colla de la calle Donat. El delincuente aprovechó que la chica había bebido.

El juez lo condenó meses después a tres años de internamiento en régimen cerrado y otros dos más de libertad vigilada.

Y no es el único caso de estas características. Lo mismo pasó con un joven de 16 años, que, aprovechando un permiso de salida de un reformatorio, violó a una menor a la salida de una discoteca del polígono Los Cipreses de la ciudad de Castellón. Le impusieron dos años de internamiento y tres de libertad vigilada.