«La satisfacción personal que siento no se paga con nada». El jefe del Seprona de la Guardia Civil de Burriana, Juan Luis Grau, reconoce que su actuación para salvar la vida de una mujer, a la que encontró en la avenida Jaime Chicharro, tirada en el suelo, inconsciente y con convulsiones, ha sido uno de los servicios más importantes y, a la vez, más difíciles que ha realizado durante sus 24 años de carrera en el cuerpo.

Haciendo gala de su humildad y honestidad, no tiene reparos en reconocer que, cuando la víctima estuvo en manos ya de los servicios sanitarios, le «temblaban las piernas al pensar que a una persona se le podía ir la vida delante» de él.

Todo sucedió en la avenida Jaime Chicharro de Burriana, mientras Grau y un compañero patrullaban hacia el puerto para llevar a cabo labores de vigilancia rutinarias. «De repente, vimos a una chica en el suelo y rodeada de gente. Estaba desplomada, tenía respiración agónica y espuma blanca en la boca», recuerda el cabo primero.

Pusieron en marcha el protocolo, sin perder un instante, y a través del 062 pidieron establecer contacto telefónico con un médico del SAMU, que les dijo qué hacer con la mujer, de 39 años. «Fueron 15 minutos eternos hasta que llegó la ambulancia. Tenía los ojos en blanco. La pusimos boca arriba para liberar las vías respiratorias, vigilamos que no se tragara la lengua, la colocamos de costado, le pedimos que nos apretara la mano...», explica.

La joven estuvo ingresada en el Hospital de la Plana de Vila-real y achacaron lo ocurrido «a vértigos y a una posible crisis epiléptica».

Grau admite que aunque ha presenciado trágicos accidentes de tráfico durante la década que estuvo destinado en dicha unidad y ha participado en operativos peligrosos como el atraco a una sucursal de Nules en 2016: «No es lo mismo estar con un médico al lado, que verte solo».