La última sesión del juicio por el asesinato de Miguel Navarro Fernández, Maikel, acabó ayer con los pasillos del juzgado de Menores de Castellón desalojados y con la intervención de la Guardia Civil, cuyos efectivos tuvieron que emplear la fuerza para garantizar que se terminara de celebrar la vista, que acogía las conclusiones de las partes y finalmente quedó así visto para sentencia.

Eran las diez de la mañana cuando el fiscal jefe, José Luis Cuesta, y las acusaciones particulares, ostentadas por los letrados Miguel Bernat y Mar Campillo, entraban en la sala. Tanto ellos como las defensas expusieron ante la magistrada, Raquel Alcácer, sus conclusiones finales. El fiscal se mantuvo firme en su petición de máxima condena para los acusados atendiendo a la ley del menor y exigió ocho años de internamiento en un reformatorio para A.S.M., que ahora tiene 18 años; y seis para el joven de 15 años. La acusación particular también se reafirmó en su demanda inicial de 10 años de ingreso en un reformatorio para A.S.M. (asesinato y robo) y seis para el acusado menor de edad.

Mientras se estaba celebrando esta fase final del juicio, fuera, en la puerta del edificio de la Ciudad de la Justicia, numerosos amigos y familiares de Maikel se concentraban, como cada día, apoyando a la familia con pancartas y camisetas al grito de «¡justicia!».

SUSTO EN LA SALA

De repente, decenas de jóvenes, amigos de la víctima, comenzaron a entrar hasta agolparse poco a poco en la puerta del juzgado de Menores. En un momento dado, prácticamente un centenar de personas llenaba el pasillo. Para sorpresa de todos, comenzaron a lanzar insultos a los dos acusados. El ambiente comenzó a caldearse cada vez más y empezaron a golpear la puerta, llegando a abrirla. Entonces la Guardia Civil tuvo que actuar de inmediato y la juez, mientras se escuchaban los gritos de los amigos de Maikel, ordenaba la suspensión de la vista oral.

Los dos acusados --uno incluso rompió a llorar-- fueron conducidos por los pasillos secretos a los calabozos y durante una hora quedó suspendido el juicio, hasta que el clima se normalizó.

La Guardia Civil echó a la calle a los autores del alboroto y una vez fuera continuaron lanzando insultos a los procesados desde la parte exterior de las ventanas del juzgado, que fueron aporreadas.

Tensión, nervios, amenazas... Así acabó el juicio contra los dos asesinos confesos de Maikel, que no pidieron perdón durante su derecho a la última palabra.