La violencia doméstica de hijos a padres es un mal difícil de abordar, que va en aumento en los hogares de la provincia y que no entiende de clases sociales. La Fiscalía de Castellón recibe cada año unos 80 casos de agresiones tanto verbales, como físicas de adolescentes hacia sus progenitores, según datos de la sección de Menores proporcionados a Mediterráneo.

Es una cifra que ha experimentado un notable aumento en los últimos cinco año. Los expertos lo atribuyen a que las familias han tomado conciencia de la necesidad de denunciar y pedir ayuda.

Aún así, en las localidades más pequeñas todavía existe vergüenza al reconocimiento de los abusos por parte de los hijos. Los investigadores animan a no tapar los casos y a ponerlos en manos de profesionales, dejando de lado el sentimiento de culpa o de fracaso como padres y madres.

Los incidentes que reciben los juzgados son, sin embargo, una minoría de las situaciones que se viven a diario en Castellón. Muchos de los padres tapan a sus vástagos, creyendo que así los protegen. Otros, acuden en primera instancia a centros educativos, psicólogos o mediadores y logran frenar la violencia doméstica en dichas esferas. Solo los casos más graves llegan a manos de la Fiscalía Provincial.

Escalada de violencia

En los supuestos que llegan a la autoridad judicial la escalada de violencia ha alcanzado puntos de no retorno y los padres, desbordados y desesperados, acuden a la Fiscalía Provincial con la esperanza de que los expertos los ayuden.

«Normalmente nos encontramos con que la madre o el padre acuden a la comisaría de la Policía Nacional, a un cuartel de la Guardia Civil o aquí mismo y denuncian a sus hijos. Buscan una reacción de los menores porque ya no saben qué hacer», explica el fiscal delegado de Menores, Carlos Escorihuela. En algunos de esos casos, los adolescentes acaban detenidos y son trasladados a la Fiscalía. En la primera declaración los progenitores nunca ponen de manifiesto todos los episodios de violencia vividos y, poco a poco, van revelando más situaciones de insultos, humillaciones, daños e, incluso, golpes.

«Si no existen agresiones físicas, se puede llegar a una mediación. Nos ponemos en contacto con la Conselleria de Igualdad y Políticas Inclusivas y con los Servicios Sociales. Se da al menor y a los padres pautas de comportamiento y se ve si existe una voluntad de cambio en el denunciado», relata Carlos Escorihuela.

Algunas de las situaciones vividas por padres y madres de la provincia son de extrema gravedad --muy similares a las mostradas en el popular programa de televisión Hermano Mayor--. En esos casos, los más extremos, los adolescentes rompen mobiliario, pegan a sus allegados, roban dinero e, incluso, los amenazan con armas blancas o con incendiar el domicilio familiar. El grueso de los casos de la provincia está protagonizado por jóvenes que comienzan sus agresiones a los 15 o 16 años. A los 17 esa situación se vuelve «incontrolable», según los expertos, y los padres piden que se les conceda la emancipación por pura desesperación.

El 80% son 'ninis'

El 80% de los menores que ejercen violencia doméstica sobre sus padres en Castellón son ninis. Así lo señalan desde la sección de Menores. Los agresores no solo tienen una mala relación familiar, sino que están desconectados de los estudios, el mundo laboral, la lectura y no tienen metas de futuro.

Los expertos insisten en la importancia de atajar el problema desde su germinación para lograr una solución al conflicto.