«El asesino múltiple busca sumisión y si no, guarda la afrenta a fuego»

El profesor de criminología de la Universitat de València y autor de Asesinos múltiples y otros depredadores sociales (Ariel), Vicente Garrido, considera que «cuando una persona manifiesta la intención de hacer daño a los hijos es que ha imaginado esa posibilidad».

Esto es, «no es algo, por consiguiente, que repugne su sensibilidad». En referencia al último parricidio de la provincia, el reputado psicólogo y criminólogo incide en que «el hecho de ser padre o madre --puesto que también hay madres que han matado a sus hijos- ya no excluye actuar en contra de sus propios hijos, lo que revela que el vínculo paterno de amor incondicional y protección ha desaparecido, o quizás nunca lo hubo de forma real y plena».

Garrido reconoce, sin embargo, que en los casos de separaciones la violencia del hombre domina. «Superado por una situación que el asesino percibe como profundamente injusta, encuentra consuelo en pensar que llegará un día donde la persona que concita toda su angustia (su expareja) recibirá su merecido», argumenta quien fue asesor de la Dirección General de Instituciones Penitenciarias y consultor de Naciones Unidas para la prevención de la delincuencia juvenil en América Latina.

«En la base de todo está una incapacidad para desarrollar un amor maduro hacia su mujer e hijos. Son personas fallidas en su desarrollo emocional y aprendieron a controlar a sus parejas como sustituto (pobre) del amor real que se caracteriza por buscar el bienestar del otro», sostiene Garrido, quien formó parte de la comisión que elaboró ​​la Ley Reguladora de Responsabilidad Jurídica del Menor aprobada en el año 2000. El criminólogo incide en que debe además tenerse en cuenta el factor narcisista.

«El asesino múltiple tiene la piel muy fina. Espera de sus allegados mucho respeto y sumisión, y si no lo recibe guarda la afrenta a fuego. Si se añade recibir un «esto se ha terminado, la herida narcisista aumenta. Sumen a lo anterior factores adicionales de estrés de tipo económico o de otra índole...», dice. «Poco a poco, profundamente ofendido e indignado, encuentra un escenario donde su miseria va a desaparecer. Ha vivido el relato de un perdedor, pero cree que puede ser protagonista de un relato de venganza y de justicia», afirma Garrido.

«La madre necesitará una terapia larga y esto le afectará siempre»

El psicólogo clínico de Castellón Carlos Hidalgo cree que la madre de las niñas asesinadas necesitará una terapia larga durante su proceso de duelo e incide en que, aunque reciba tratamiento psicológico, siempre llevará el crimen consigo.

«Todos estamos consternados por el doble parricidio ocurrido en nuestra ciudad este martes. Nadie está preparado para asumir la muerte de un hijo y menos todavía si se produce de una manera tan violenta como en el caso que nos ocupa. Mucho menos si además el asesinato lo ha perpetrado una persona con la que se tiene alguna vinculación personal o familiar; en este caso el padre de las dos niñas muertas», explica el experto en declaraciones a Mediterráneo.

«Todos estos factores mencionados hacen que el duelo se torne más complicado para la víctima. Con el fin de superar este trance y poder volver a la vida, se hace absolutamente necesario el apoyo psicológico», añade Hidalgo. El psicólogo clínico recuerda que existen cinco fases en el proceso de duelo e incide en que «cada persona las lleva a diferente velocidad, según sus recursos y sus características personales». Para Hidalgo, existe un denominador común en todo proceso de duelo --cuyas fases son la negación, la rabia, la culpabilidad, la depresión y la aceptación-- y este es el dolor.

«Está presente en todo momento. En primera instancia, se trabaja para conseguir aceptar la realidad de la pérdida y, posteriormente, se tienen que elaborar las emociones relacionadas con la muerte, para poder drenar el dolor, dándose permiso para llorar y enfadarse», explica el psicólogo clínico. En este sentido, este experto incide en que, más tarde, «debe aprenderse a vivir en un mundo en el que los fallecidos ya no están presentes y, por último, recuperar por completo las ganas de seguir viviendo sin ellos».

Aunque la media del duelo suele prolongarse durante unos siete meses, Hidalgo señala que en casos como el del doble parricidio de Castellón podría alargarse «más de un año fácilmente». «La madre siempre llevará con ella lo sucedido, pero por lo menos puede conseguir con ayuda psicológica que rehaga su vida, que vuelva a las rutinas anteriores y que recupere la ilusión por vivir», apunta el especialista.