Pili y Juan, propietarios de uno de los apartamentos cuya entrada da a la calle Alemania de la Ribera de Cabanes, escucharon en directo «un fuerte golpe» pasadas las 3.30 de la madrugada del sábado al domingo. «Por el ruido parecía que alguien había tirado una botella, pero cuando nos asomamos a la calle vimos a un hombre postrado en el suelo en posición fetal. Fue muy desagradable ver esa escena», comenta la pareja de residentes.

Lo peor es que el cuerpo del parricida no se precipitó sobre la terraza de su vivienda «por los pelos». «Cogería carrerilla antes de tirarse desde la azotea y durante la caída se golpearía con la reja, porque si no, se hubiera caído dentro», explican. No en vano, el hombre se arrojó al vacío justo seis plantas por encima de donde vive Pili y Juan, por lo que creen que cogería impulso antes de lanzarse.

Horas más tarde, a través de la tele, estos vecinos descubrirían que ese varón que yacía enfrente de su casa había matado a su hijo y herida de gravedad a su hija mientras la madre estaba durmiendo.