El paseo matutino que pretendía hacer Gregorio este domingo por la mañana rompió pronto su quietud cuando al girar la esquina vio cómo «un montón de coches patrulla de la Guardia Civil» estaban aparcados en la calle Alemania, al lado del edificio Costamar. Este vecino de segunda residencia se dio cuenta rápidamente cuenta de que «algo raro» pasaba. «Había muchísimo despliegue de agentes, tenía que ser algo grave», indica. Una tesis que confirmó cuando volvió a su apartamento, en la urbanización Mediterráneo --a escasos de adonde tuvieron lugar los hechos-- , momento en el que su esposa, Pilar, le contó la noticia. «Nos enteramos por el grupo de WhatsApp que tenemos la asociación de vecinos. Alguien lo publicó de madrugada, pero nosotros lo hemos visto por la mañana», detalla la mujer.

Tras percatarse de lo sucedido, los dos volvieron a acercarse al edificio que acogió la «tragedia» para curiosear de cerca cómo, pasadas las 11.00 horas, los agentes y la Policía Científica aún seguía en la casa de la familia, fuertemente custodiada por la Benemérita. «Es una desgracia terrible. Espero que este lunes acuda mucha gente a la concentración que hay convocada para mostrar su condena a este tipo de atrocidades. No se puede consentir», argumenta el matrimonio, fiel veraneante en la provincia.