La prostitución, el sórdido mundo que la rodea y la extrema vulnerabilidad de las personas que la ejercen ha vuelto a colocar a este tipo de esclavitud en el centro del debate tras toda una serie de hechos acaecidos en la Comunitat Valenciana en las últimas semanas y relacionados con esta lacra .

El primero de ellos fue la aparición, a finales del mes de enero, del cadáver de Florina Gogos, una joven de tan solo 19 años que era prostituida en un camino de Albal. Su cuerpo sin vida fue hallado por un cazador en una acequia de Silla (Valencia), después de que el 8 de enero se subiera a un coche blanco y nada más se volviera a saber de ella.

Por otra parte, la pasada semana la Audiencia Provincial de Castellón juzgó otro crimen, el que se cobró la vida en el 2019 de Isa, una mujer transexual que ejercía la prostitución en el camí Caminàs de Castelló. Como declaró probado un jurado popular, sus asesinos fueron otra mujer que también ofrecía sus servicios sexuales en la misma zona y un hombre que había mantenido una relación con ambas y cuya actividad podría relacionarse con el proxenetismo, puesto que llevaba y traía a una de ellas para quedar con clientes.

Otro de los hechos que ha vuelto a poner sobre la mesa la prostitución es el anuncio, por parte de la Conselleria de Justicia e Interior, de la creación del Foro Valenciano para la Abolición de la Prostitución en la Comunitat Valenciana, que trabajará para «erradicar esta lacra y garantizar, defender y proteger los derechos y la libertad de las mujeres», en palabras de la consellera. Este negocio, «una forma extrema de violencia contra las mujeres», según describió Bravo, mueve 278 millones de euros anuales en la Comunitat.

Cambios por el covid-19

La pandemia del coronavirus irrumpió hace ahora un año y afectó a todos los ámbitos de la vida. La prostitución, ejercida especialmente en la zona del Caminàs de Castelló, no fue una excepción. Aunque todavía no hay datos oficiales cerrados relativos al 2020, sí se ha apreciado que la pandemia ha afectado al fenómeno de trata de forma evidente. El estado de alarma, con confinamiento absoluto en un principio, y la restricción de movimientos y el toque de queda después obligaron a los proxenetas y las organizaciones de trata de personas a trasladar a las víctimas a otras zonas --generalmente, pisos--. En ese ámbito privado las chicas son todavía más invisibles.

Aunque desde hace unos meses la prostitución ha vuelto a las calles, ante las dificultades que existieron durante un tiempo para establecer contacto directo con los clientes por la pandemia, se incrementó notablemente el uso de las tecnologías --generalmente, las webcam-- como instrumentos para la explotación. También es una forma de alejar a las víctimas de los ojos de la policía y evitar intervenciones.

«Las redes evolucionan al ritmo que evoluciona la sociedad y, a medida que se incrementan las condenas y las víctimas que denuncian, están surgiendo nuevas formas de prostitución encaminadas a dificultar las investigaciones y conseguir la impunidad», señalan desde el área de Extranjería de la Fiscalía Provincial. La fiscal delegada Carolina Lluch insiste en que «ahora las mujeres son retenidas en pisos donde, a través de una pantalla, conectan con los clientes de cualquier parte del mundo; y esta nueva forma conlleva grandes dificultades para acceder a las víctimas e investigar».

El pánico de las víctimas

Desde el Ministerio Público destacan la dificultad de acceder a las víctimas --en el caso de Castellón, generalmente, procedentes de Rumania, Nigeria y Bulgaria-- y que denuncien, pues tienen verdadero pánico a las redes. Por ello, inciden en que es fundamental realizar campañas de sensibilización y educar en valores de los mas jóvenes, quienes desconocen las historias que hay detrás de las mujeres prostituidas.

«Hay que inculcar que al consumir prostitución se favorece la compraventa de mujeres y niñas. El cliente pide y las redes llenan los escaparates. Si conseguimos reducir la demanda, la oferta se verá igualmente reducida», explica Lluch, quien destaca que, en España, el consumidor es cada vez más joven.

Cifras provinciales

En el año 2018 la Policía Nacional y la Guardia Civil rescataron en Castellón a seis mujeres, explotadas sexualmente, y detuvieron a diez personas, según ha podido saber este diario. En 2019 hubo solo cuatro víctimas de la prostitución localizadas y cuatro arrestados, pero se identificó a 41 afectados por explotación laboral, que constituye otro tipo de trata. Las cifras del 2020, aún desconocidas, darán cuenta de la incidencia de la pandemia.