Cuando un Policía Local inicia su jornada laboral lo hace ante una hoja de servicios en blanco que llenará con intervenciones de lo más variopintas. Sus funciones son múltiples y van desde lo más rutinario, como regular el tráfico o asegurar el cumplimiento de las restricciones de la pandemia del coronavirus, hasta lo más excepcional, como salvar la vida a un caballo.

Hace unos días, en el retén de la Vall d’Uixó recibieron una de tantas llamadas pidiendo ayuda. Una mujer informaba de que un caballo había caído dentro de una acequia y no podía salir.

Siempre se ha dicho que la Policía Local es la primera en llegar a los sucesos que se producen en cada municipio y esta vez no fue una excepción. La patrulla se desplazó hasta el lugar indicado y se encontraron con la escena. El animal permanecía tumbado en un escorzo comprometido si se atiende a las características de movilidad de los equinos. Junto a él, su propietaria, que poco podía hacer por ayudarlo a recuperar la verticalidad.

Peligro vital

Los caballos, en apariencia fuertes y resistentes, son muy sensibles a determinados accidentes. Como advirtió su dueña a los agentes, si pasan mucho tiempo tumbados pueden morir. Bien es sabido que su posición natural y prácticamente permanente es de pie. Los agentes no lo pensaron. Aunque se había requerido la presencia de los bomberos, iban contrarreloj. Hicieron cuanto supieron, incluso más allá del deber. Su empeño y habilidad le salvaron la vida al animal. El caballo hoy está bien.