La Fiscalía decidió ayer rebajar la acusación contra un joven de la Vall d’Uixó que se sentó en el banquillo de la Sección Primera de la Audiencia, acusado de forzar sexualmente a una niña de 13 años y de etnia gitana cuando él tenía 18. Cabe recordar que en España está penado tener cualquier relación sexual con un menor de 16 años.

Aunque el Ministerio Público solicitaba inicialmente ocho años de prisión por agresión, al concluir el juicio ayer decidió dejar su petición en cuatro, calificando los hechos como abusos al considerar el fiscal que las relaciones íntimas fueron consentidas. «No hay ni un solo signo de agresión ni ningún grito por parte de la víctima», dijo el fiscal en su informe final. 

El juicio se celebró ayer con presencia de un buen número de integrantes de la UCESIC de la Guardia Civil en la Ciudad de la Justicia como medida de seguridad para evitar altercados. 

Los hechos objeto de enjuiciamiento

Los hechos objeto de enjuiciamiento tuvieron lugar en casa del acusado, donde también había otros dos jóvenes, siendo una de ellas la tía de la denunciante. 

Aunque inicialmente habían quedado para pasar la tarde y jugar a la consola, la víctima sostiene que el acusado se le insinuó, le quitó el móvil para metérselo en sus partes y le dijo: «si lo quieres, cógelo». La chica, que declaró ayer tras un parabán, asegura que siguió al procesado hasta una habitación, donde él «puso el pestillo y empezó a quitarse la ropa». «Me desnudó y se puso encima de mí. Me quedé totalmente bloqueada. Eso hay que vivirlo para saber lo que es», relató la adolescente.

Por su parte, el acusado negó tajantemente haber actuado en contra de la voluntad de la menor. Afirmó que días antes del encuentro ya habían hablado por WhatsApp de mantener relaciones íntimas y dijo sentirse «como si me hubieran puesto una trampa». «Fue totalmente consentido, ella quería. Me están tachando de violador y yo la traté super bien. Yo no sabía que tenía 13 años porque ella aparenta mucho más y me dijo que tenía más edad», contó el joven a los magistrados.

Aunque en el juicio declararon los otros dos jóvenes que estuvieron en la casa, no arrojaron información relevante. Ninguno de los dos oyó pedir ayuda a la víctima. Tampoco vio nada extraño la hermana del procesado, que estaba en la casa y aseguró ayer que vio despedirse al acusado y a la víctima con un beso en los labios.

El forense no apreció lesiones de ningún tipo en el reconocimiento de la chica y no vio indicios de agresión sexual. El caso quedó ayer visto para sentencia.