Menos de diez días separan el primer incidente del último. Dos días antes de la celebración del día del Orgullo LGBT, que tiñó la ciudad de colores y nos hizo pensar, por un momento, que el mundo que nos esperaba era mejor que el que (parecía) que empezaba a quedar atrás, un matrimonio, Álex y Marcos, era atacado, en Monte Alto, por un individuo armado con una porra extensible. “¡Maricones!”, fue su grito y su excusa. Un calificativo que nada tiene, para ellos, de casual. Tampoco es casual, para las amigas de Samuel Luiz Muñiz, que los insultos que proferían sus agresores en la paliza que acabó con su vida fueran los mismos. Pocos días después, el mural del instituto Neira Vilas de Oleiros aparecía surcado de pintadas homófobas, y la bandera LGBT del Sex Point del Comité Anti Sida (Casco) amanecía rota y quemada.

Las asociaciones LGBT salieron a la calle, con furia, este lunes, para denunciar la escalada de LGBTfobia de los últimos meses, que culminó, a su juicio, con el brutal crimen que se saldó con el joven de 24 años muerto en en el suelo de la avenida Buenos Aires. Una llamada a la que la sociedad respondió de forma masiva: las plazas de 75 municipios gallegos y otros tantos del resto de España se llenaron para clamar un rotundo no a la violencia y al odio, cuyo incremento, consideran expertos y asociaciones, nada tiene, tampoco, de contingente. “Entiendo estos fenómenos en relación al auge de los movimientos sociales en torno a la diversidad sexual y el feminismo, que han crecido mucho entre la juventud. Cuando estos movimientos tienen más fuerza, surgen movimientos reaccionarios ante estas posturas”, juzga Raquel Martínez Buján, decana de la facultad de Sociología de A Coruña.

Estos movimientos reaccionarios, como consecuencia, pueden percibir como amenazadores los revulsivos sociales que alteran el estado de las cosas. “Estos movimientos reaccionarios están muy modulados por una ultraconsideración sobre la identidad: soy blanco, soy heterosexual. Se mueven en base a esa identidad, y eso es muy peligroso, porque se suelen terminar creando dogmatismos”, señala la socióloga.

Martínez Buján cita como ejemplo paralelo lo ocurrido, en los últimos meses, en torno al colectivo trans, al saltar el debate sobre la Ley que permitirá la autodeterminación de género sin precisar autorizaciones judiciales ni informes médicos. Un período en el que las personas trans hicieron más visibles que nunca sus reivindicaciones, vivencias y problemas, pero se convirtieron, en consecuencia, en la diana de ataques e insultos. “Están en el punto de mira, porque hay mucha gente que considera que se va a perder una identidad si se les concede lo que piden”, juzga.

La discriminación se denuncia, ahora, con voz más alta y sin tabúes. “Se ha generado un movimiento en redes, hemos visto la reacción de jóvenes tolerantes, que son mayoría. Saben que existe esa discriminación porque la han vivido, al margen de lo que diga la ley sobre los delitos de odio. Es lo que ellos viven cada fin de semana”, añade Martínez Buján. Las asociaciones LGBT de la ciudad reaccionaron, desde un primer momento, al brutal crimen, y no ocultan su preocupación ante los ataques que el colectivo ha venido sufriendo, en A Coruña, en los últimos días.

Una situación que, pasajera o no, requiere, a su modo de ver, de soluciones que pasan por un compromiso firme de las administraciones. “Es un momento difícil porque estamos muy afectadas emocionalmente por lo que ha ocurrido. Es difícil hacer un análisis objetivo. No sabemos si la escalada de violencia es algo puntual o algo estructural. Tenemos la firme convicción de que esto no representa a la ciudad de A Coruña, que es una ciudad diversa”, juzga la presidenta de la Asociación por la Libertad Afectivo Sexual (ALAS).

“Las instituciones, el Concello, se tiene que sentar con nosotros para ver cómo frenamos esto. Esperamos que lo hagan”, indica García. Por lo pronto, el movimiento LGBT y la condena unánime de la sociedad demostraron que estos sucesos no van a hacer retroceder los avances conseguidos en los últimos años. Y, sobre todo, que el miedo no se impondrá. “Hay que gritar a la sociedad que no vamos a tener miedo, reprimir nuestra pluma o volver al armario”.

El crimen de Samuel conmocionó y horrorizó a una ciudad que siempre se mostró abierta y tolerante con el colectivo, algo que acreditó la asistencia masiva a la plaza de María Pita este lunes, en la que ciudadanos de todas las edades acudieron a la llamada de las asociaciones LGBT en señal de condena. Las agrupaciones Avante LGBT, el Comité Anti Sida, Amizando, Abrir Fenda, Coruña Antifascista, LES Coruña y Gotas convocaron, para hoy, otra marcha que partirá de A Palloza a las 19.30 y llegará a María Pita bajo el lema “Ante o odio e a violencia, non mostres indiferencia”.

Miembros del colectivo e integrantes de estos organismos coinciden en señalar, con el refrendo de toda la ciudadanía que secundó las marchas esta semana, a la ciudad de A Coruña como diversa y tolerante, con colaboración entre el tejido asociativo LGBT y las administraciones y dotada de recursos públicos para combatir esta violencia; pero la cercanía en el tiempo de esta sucesión de actos y la conmoción generada por la agresión mortal lleva a que muchas personas del colectivo se sientan indefensas ante estos hechos.

Las redes sociales se llenaron, estos días, de testimonios de numerosos jóvenes gays, lesbianas, bisexuales y trans que compartieron experiencias similares de agresiones, en las que sus atacantes tampoco conocían su orientación sexual pero eso no impidió que sus agresores profiriesen insultos homófobos o que los reconociesen como tal. “Cuando se metían conmigo en el colegio y me llamaban maricón, yo todavía no sabía que era gay, pero ellos sí. Se reían de mí y me insultaban por cómo hablaba, por mis gestos y por tener más amigas mujeres que hombres. Cuando era más pequeño, me hacían bullyng por jugar con cocinitas y muñecas”, relata un joven coruñés.

La motivación de este crimen ha sembrado debate en la sociedad sobre lo que es o no un delito de odio, ya que, mientras fuentes oficiales no confirman ni descartan este móvil, el entorno insiste en que a Samuel le agredieron al identificarle como homosexual, y numerosos colectivos han mostrado su malestar al considerar que las dudas al respecto invisibilizan la gravedad de lo sucedido y las violencias que sufren.

El periodista José María Rivero explicaba así el matiz en La Sexta: “No conocer no implica no reconocer a alguien de algo según tus clichés. Yo puedo no conocer a alguien y no saber si es homosexual o no, pero si yo me acerco a él y le veo con unos gestos, con un tono de voz, con una vestimenta, con un comportamiento, y en mi cabeza eso se corresponde con un estereotipo de homosexual, yo voy a reconocer ahí a un homosexual”.

"O paras de grabar o te mato, maricón"

La ciudadanía coruñesa está conmocionada desde la mañana del pasado sábado, cuando se confirmó que un grupo de personas había propinado una paliza mortal al joven Samuel Luiz, de 24 años. Si bien la condena desde un principio fue unánime, con el paso de las horas, y al conocerse más detalles del suceso por parte de los presentes, asociaciones LGBT decidieron lanzarse a las calles ante lo que consideran, al igual que su entorno, un asesinato homófobo. “Fue sin lugar a dudas un crimen homófobo”, aseguran sus amistades. “Le pegaron al grito de maricón de mierda”, confirma su amiga Lina, que presenció la paliza, iniciada tras una discusión en la que el agresor reprochó a Samuel que le estuviese grabando, cuando, en realidad, el joven y su amiga se encontraban realizando una videollamada. “O paras de grabar o te mato, maricón”, dijo el atacante antes de propinar el primer puñetazo a Samuel, según el relato de Lina.

“Su amor no hacía daño, vuestro odio sí”, se leía en las pancartas que portaron sus amigas a la concentración celebrada este lunes en María Pita. Pese a que las fuentes oficiales no confirman, de momento, la motivación homófoba, aunque tampoco la descartan, y los agresores declararon que, al no conocer de nada a Samuel, no podían saber cuál era su orientación sexual, sus amigas y gran parte de la sociedad insisten que esto fue lo que motivó la violencia de la paliza. “El móvil lo sujetaba Lina, pero se dirigieron a Samuel”, relataron sus amigas, Lina y Vanessa. La segunda presenció los hechos a través de la videollamada que inició la discusión.

"Se lanzó sobre nosotros al grito de maricones"

Marcos Fernández y Alex Docherty se encontraban en la ciudad pasando unos días para visitar a la familia del primero cuando vivieron una de las situaciones más desagradables de sus vidas. Fue dos días antes de la celebración del Orgullo LGBT: un individuo se lanzó sobre ellos, armado con una porra extensible, al grito de “maricones” cuando salían de tomar algo en un bar de la calle San Juan, en Monte Alto. “Nunca en la vida nos había pasado esto. Que nos insulten alguna vez, pues sí, pero una agresión así jamás”, aseguró entonces Marcos Fernández. El atacante se lanzó sobre él primero, y luego propinó golpes a su marido, Alex, cuando saltó a defenderle. El incidente se saldó con varias lesiones para ambos y el miedo a que vuelva a repetirse. “Fui a denunciar con miedo de que me revictimizasen, pero la policía se portó muy bien. Hemos recibido muchas muestras de apoyo. Vemos que esto ya no se tolera”, aseguró Fernández.

"Maricón muerto, abono pa mi huerto"

Solo un día después del brutal crimen de Samuel, el instituto Xosé Neira Vilas, en Oleiros, denunció la aparición de pintadas homófobas en un mural realizado en la entrada del centro. Sobre el graffiti, obra de un exalumno que se ha ofrecido a realizar otro gratuitamente, pueden leerse los mensajes “Agustín marica” y “Maricón muerto, abono para mi huerto”. La primera pintada, que según informaron fuentes del centro estaba dirigida al exdirector, es antigua; pero la segunda apareció hace pocos días. Los propios alumnos del centro, que realizaron múltiples llamadas a la dirección condenando el ataque homófobo, se ofrecieron voluntarios para borrar los mensajes, y formaciones políticas, como el BNG, condenaron los hechos. “El discurso de odio acaba por provocar delitos de odio y actuaciones execrables. Esto fue hace solo unos días en Oleiros”, denunció el diputado del BNG en el Congreso, Néstor Rego, a través de su cuenta de Twitter.

Una bandera quemada en el Comité Anti Sida

 El Comité Antisida de A Coruña (Casco) denunció ante la Policía Nacional, esta misma semana, el atentado que sufrió la bandera LGTBI que cuelga de la fachada de su Sex Point. Los trabajadores del centro descubrieron que la bandera arcoíris había sido rota y quemada durante el fin de semana. Poco más se sabe: una vecina vio el sábado por la tarde, sobre las 19.00 horas, a dos jóvenes que se colgaban de la enseña. Casco pidió colaboración a los vecinos de la zona que pudiesen haber sido testigos del acto vandálico.