Unas 25 toneladas de droga al mes, alrededor de 200 detenidos y al menos el "reventón" de una operación a la semana son las cifras que avalan la lucha de la Guardia Civil contra el tráfico de drogas en el sur de España, con un plan, denominado Carteia, diseñado para ponérselo cada vez más difícil a los narcos.

El pasado mes se cumplieron tres años de la puesta en marcha del Plan de Seguridad para el Campo de Gibraltar proyectado por el Ministerio del Interior para combatir la impunidad con la que los narcos estaban actuando en la zona, con un incremento de la violencia e, incluso, del hostigamiento a las fuerzas de seguridad.

Junto al plan del Gobierno, la Guardia Civil puso en marcha la operación Carteia para luchar contra el narcotráfico de una forma más global, integrando el trabajo que estaban haciendo de las distintas comandancias y, poco a poco, ir incorporando a las diferentes provincias andaluzas en el plan de acción (están ya todas menos Jaén y Córdoba).

Así, creó el Centro Regional de Análisis e Inteligencia contra el Narcotráfico (CRAIN) para centralizar e interpretar toda la información y el OCON Sur, un organismo de coordinación para potenciar las investigaciones sobre el terreno.

El narco antes de Carteia

¿Cómo funcionaban los narcos antes de Carteia? Como explica a Efe el comandante jefe de analista del CRAIN, las organizaciones basaban su actividad "en la eficiencia y economía de medios", con acciones rápidas y con el menor coste posible.

Para ello, situaban tanto los puntos de botadura de las narcoembarcaciones, como los de carga y los de alijo, a una distancia lo más próxima posible para ahorrar costes de logística, así como tener una menor exposición a las fuerzas de seguridad.

Sin embargo, la puesta en marcha de Carteia fue golpeando a las organizaciones, con la desmantelamiento de narcoembarcaderos por todo el litoral andaluz y la desarticulación de algunas de las organizaciones más potentes.

"Las organizaciones pensaban que esto duraría poco y que el chaparrón pasaría en unos meses. Fueron rebajando el perfil con el convencimiento de que la presión policial pasaría y ellas volverían a funcionar como antes", resalta el comandante.

No fue así, y la Guardia Civil siguió intensificando su labor con un nuevo "aliado": el real decreto que prohíbe el uso privado sin autorización previa de las embarcaciones neumáticas y semirrígidas de alta velocidad, las denominadas "narcolanchas", lo que permite su decomiso aunque no lleven droga o tabaco cuando son detectadas.

El narco se recicla

Ante esta presión, los narcos empiezan a cambiar su forma de operar y buscan puntos de botadura y de carga más alejados para eludir el control policial, lo que supone más millas náuticas navegando y, por tanto, necesitan una mayor capacidad logística.

De este modo, según el comandante, surge otro problema que sigue a día de hoy: la aparición de organizaciones criminales dedicadas a abastecer de combustible a los narcos, cuyas embarcaciones tienen que permanecer más tiempo en el agua y precisan de avituallamiento, tanto para las tripulaciones como para las naves.

El comandante lamenta que la actividad de estos nuevos grupos delictivos apenas tenga reproche penal, si bien la Fiscalía está estudiando cómo solventar este vacío.

La deslocalización de sus acciones les obliga a formar alianzas con otras organizaciones: "Empiezan a actuar como empresas que subcontratan servicios", es decir, pagan para introducir alijos en otras zonas y mantenerlos en guarderías de droga alejadas de su radio de acción hasta que puedan sacarla para su distribución, principalmente en Europa.

Guarderías que llegaron hasta las Chafarinas, un "santuario" marítimo en el que los narcos llegaron a montar una plataforma a la que arribaban más de una decena de embarcaciones.

La Guardia Civil la desmanteló en el verano de 2019 "y ya desde entonces no han vuelto a establecerse allí", dice el comandante sobre una operación con la que los agentes quisieron mandar un mensaje los narcos: "que no existían límites para combatirlos ni lugar para refugiarse de nosotros".

La "resurrección" tras la pandemia

La pandemia confinó también a los narcos y paralizó prácticamente su actividad, sobre todo porque las restricciones a la movilidad en España coincidieron con el cierre de Marruecos. Las embarcaciones apenas se movían y el stock de droga se quedó almacenado en el país alauita.

Unos meses en los que los narcotraficantes acumularon pérdidas que, con el levantamiento del confinamiento, quisieron recuperar en poco tiempo, lo que les llevó a cometer "errores" que les salieron caros. Un ejemplo de ello fue la caída del líder del Clan de los Castañas, Antonio Tejón y, el desmantelamiento de su estructura logística.

Esa operación sirvió, señala el comandante para contener y hacer descender los niveles de actividad de las organizaciones en la zona. Pero estas, siguen explorando nuevas rutas, más alejadas del Campo de Gibraltar, aunque las "locales" siguen operativas.

Son las más potentes las que están aguantando mejor las "embestidas" de las fuerzas de seguridad y las que están invirtiendo cada vez más en seguridad.

Así, el comandante resalta cómo en pisos francos alguna organización tenía montados radares marítimos para controlar a las embarcaciones de la Guardia Civil, cómo están utilizando drones para vigilar las zonas de alijo o cómo utilizan sistemas de encriptación para comunicarse.

Y no solo adoptan estas medidas de seguridad para prevenirse de los agentes, sino también de otras organizaciones rivales y de los "vuelcos" de droga.

El blanqueo

La Guardia Civil tiene claro que luchar contra el blanqueo de capitales, de las ganancias de los narcos, es una forma de acabar con ellos. "Hay que quitarles todo el dinero que hayan podido generar del tráfico de drogas para evitar que se puedan rehacer relativamente pronto", añade el jefe de análisis de CRAIN.

La compra de vehículos de alta gama, la adquisición de supermercados, la construcción en terrenos no urbanizables... son algunas de las formas tradicionales de blanqueo de los narcos del sur, que ya se están sofisticando y empezando a jugar con empresas pantalla con ese mismo objetivo.

Y para acabar con esta actividad ilícita, es también fundamental la colaboración internacional, por la que la Guardia Civil lleva apostando desde hace tiempo. De hecho, son ya numerosas las operaciones conjuntas que lleva a cabo con otros países, toda vez que la droga acaba en Europa.

Considera el comandante que la lucha contra el narcotráfico en el sur debe abordarse también desde el punto de vista educativo y social, pero desde la perspectiva policial recuerda que se han intensificado las operaciones, que se están haciendo muchas más investigaciones que antes y se ha creado algún juzgado más.

Sería bueno, creen los investigadores, que se siguiera reforzando la estructura judicial.

Muchos juicios aún no se han señalado, pero cuando se dicten las sentencias -muchos narcos que han sido detenidos y que están hoy en libertad serán condenados y algunos acumularán penas- se podrá valorar si todo este operativo ha dejado a muchos delincuentes fuera de la circulación.