La Guardia Civil ha detenido a un joven de 29 años por un delito de agresión sexual tras haber violado presuntamente a una chica de 18 años a la que había conocido esa misma noche en un botellón en la localidad valenciana de Tavernes Blanques. Al parecer, el arrestado se habría aprovechado del estado de embriaguez de su víctima para forzarla sexualmente, sin que ésta pudiera dar su consentimiento, después de acompañarla a su casa.

Los hechos ocurrieron en la madrugada del 16 de octubre en el domicilio de la víctima cuando sobre las 7.40 horas la joven se despierta al notar que está siendo forzada. La denunciante asegura que le dejó quedarse a dormir en su domicilio porque el chico, al que había conocido esa misma noche, le dijo que no tenía donde ir y no quería volver aún a su casa, ya que ambos habían bebido bastante. En el inmueble donde se produjeron los hechos estaban también la madre de la víctima y su abuela. Inicialmente la joven, como ocurre muchas veces en este tipo de situaciones, no les contó nada por vergüenza y por un supuesto sentimiento de culpabilidad.

El arrestado, unos diez años mayor que su víctima, la había conocido durante un botellón en Tavernes Blanques al presentarles un amigo en común. La chica, de 18 años recién cumplidos, estaba con unas amigas pero a las doce de la noche dijo de regresar a casa y los dos chicos se ofrecieron a acompañarla. Su amigo se marchó a su domicilio nada más dejarla, pero el ahora arrestado buscó una excusa para que le dejara pasar la noche con ella. La víctima asegura que en ningún momento hablaron de tener sexo. La joven denunció la violación una semana después, el pasado miércoles. Fue entonces cuando , a instancias de la Guardia Civil, la víctima fue explorada por un médico forense. Asimismo se le suministró un anticonceptivo al referir que su presunto agresor habría eyaculado.

El arrestado, de nacionalidad española, pasó el jueves a disposición judicial. El acusado de un delito de agresión sexual se acogió a su derecho a no declarar. El juez lo dejó en libertad con una orden de alejamiento respecto de su víctima de 200 metros.