Esta semana se hicieron virales las imágenes de unos guardias civiles que rescataron a un perro de un lago helado en Huesca. Y hoy, a casi 900 kilómetros, los bomberos del Val Miñor tuvieron que emplearse a fondo para salvar a otro perro que se había quedado atrapado entre los bloques de piedra de un muro de mampostería en el aserradero de Camos (Nigrán). Fue un operativo difícil en el que desde un principio no depositaron muchas esperanzas, pero su determinación por sacar al can con vida de ahí terminaron por inclinar la balanza a favor de los rescatadores -y de Pancho-.

Poco antes de la una del mediodía de este sábado los vecinos de la parroquia nigranesa alertaron a los efectivos del GES del Val Miñor de que un perro llevaba al menos dos días atrapado en el interior del muro de contención del aserradero de Camos. Cuando llegaron al lugar, los agentes localizaron al animal por su cabeza. Pancho, el nombre del perro, había conseguido asomarse por una grieta entre dos enormes piedras. Estaba a unos cuatro metros de altura y por encima de él se levantaban otros seis metros de pedruscos apilados.

Varios vecinos se desplazaron al sitio para colaborar con los bomberos y explicarles sus teorías. Pensaban que Pancho pudo haberse caído cuando paseaba por la parte de arriba del muro, que además de diez metros de altura tiene unos seis metros de anchura. Según pudieron constatar, entre las piedras quedaban a la vista algunas grietas y el perro fue a caer por una de ellas. De alguna manera fue cayendo por las galerías entre las rocas y terminó por encontrar un hueco desde el que sacar la cabeza.

Tras una primera valoración, los bomberos veían el operativo muy difícil. "Creíamos que no íbamos a poder sacarlo de ahí", relató un agente que participó en el rescate. No podían llegar con comodidad al lugar en el que estaba el perro y no podían retirar las piedras que le cerraban el camino a la libertad. Pancho asomaba por una grieta que era ancha en el interior pero muy estrecha en el exterior. Lo primero que hicieron al encaramarse con la escalera fue tratar de dar de beber al perro. Al principio estaba asustado, pero luego ya tomó algo de líquido.

Los bomberos diseñaron un plan. Iban a tratar de retirar las piedras más pequeñas de la zona y rascar con un martillo y un cincel las dos más grandes hasta hacer el hueco suficiente para salvar al cánido. Así, a los pocos, fueron ensanchando la abertura hasta que le agujero fue lo suficientemente grande para introducir unas cintas para amarrar al perro y los brazos para empujarlo hacia fuera.

Tras dos horas de trabajo, el perro quedó liberado. Parecía un perro de caza. Estaba muy sucio y cubierto de barro. Ya fuera del muro, los bomberos pudieron ver que llevaba una chapa en el collar con el número de teléfono de su dueño. Lo llamaron y al poco se personó en el lugar para llevarse al animal. Antes de irse, los bomberos y los vecinos le acercaron comida y agua al perro para reponer fuerzas. Lo devoró todo en un instante: estaba famélico. En el operativo también participó estuvo la Policía Local de Nigrán y hasta el alcalde del municipio, Juan González.