Una familia humilde de Gandia sumida en una tragedia de la dimensión la pérdida de un hijo de solo seis años. Así se sienten Wilber Almendras e Isabel Paniagua, los padres de Edward que, la tarde del pasado jueves, falleció mientras entrenaba con el equipo de fútbol prebenjamín de su club, la UD Beniopa, en los campos de Roís de Corella.

A media mañana, mientras tramitaban gestiones en el juzgado de Gandia para preparar el entierro, Isabel, que estuvo en el campo deportivo cuando ocurrieron los hechos, ha narrado a este periódico que todo sucedió muy rápido. «El niño chocó con un compañero y vi cómo se agarraba la boca», donde al parecer sufrió una contusión aparentemente sin ninguna consecuencia. «Entonces el entrenador y los ayudantes se acercaron, lo atendieron y le preguntaron si estaba bien. Él contestó que sí y poco después se desplomó».

A partir de ahí, el drama. Los intentos por parte de todos para que el chaval se recuperara. Pero ni el desfibrilador ni las maniobras que le practicaron, primero miembros del club y un trabajador del hospital de Gandia, después agentes de la Policía Local y finalmente el personal sanitario que llegó con la ambulancia, lograron devolverlo a la vida.

Según explica la madre, y a falta de que se determine la causa exacta del fallecimiento, Ewdard sufría una patología cardíaca que durante algún tiempo le obligó a revisiones semestrales en el hospital, pero ahora ya le habían dado el alta. «El médico sí que nos dijo que cuando fuera más mayor debería mantener las revisiones, por si acaso», señalan Wilber e Isabel, quienes, medio aturdidos por lo sucedido, aún desconocían si esos problemas en el corazón determinaron, y en qué grado, la repentina muerte de su hijo.

Llegaron de Bolivia en 2004

Los padres son de Bolivia, pero llegaron a Gandia en 2004, y en esta ciudad nació el pequeño Edward, que tiene otros dos hermanos. A la tragedia incontenible de perder a un hijo se suma su situación económica. Wilber trabajaba ocasionalmente en Xàbia, pero desde hace tiempo está en el paro. Isabel a duras penas consigue algunos recursos económicos con unas horas al día limpiando.

En esa situación, los dos se han visto obligados a pedir ayuda para poder hacer frente a los costes del entierro, que ascienden a unos 4.100 euros según señala la mujer. Afortunadamente en estos casos la respuesta suele ser inmediata. En medio del dolor Isabel explica que el director del colegio de las Esclavas del Sagrado Corazón, de Benirredrà, donde cursaba sus estudios, ya se ha puesto en contacto con ella para interesarse por sus necesidades y poder contribuir en lo imprescindible. «Me han dicho que también los padres de los niños que comparten clase con Edward cooperarán», concluye.

Solidaridad entre los padres de sus compañeros

Si hay dos colectivos en los que la muerte del pequeño Edward causó absoluta conmoción, sin duda son la Unión Deportiva Beniopa, donde formaba parte del equipo de fútbol prebenjamín, y en el colegio de las Esclavas de Benirredrà, donde cursaba sus estudios. Desde ambos lugares se expresó a la familia el más sentido pésame y también se pusieron en contacto con los padres para brindarles cuanta ayuda requiriesen. Entre los padres de los niños y niñas que compartían clase con el chaval primero se habló de recaudar dinero para coronas de flores, pero después a ello se añadió la contribución económica para hacer frente a los gastos del funeral, después de que la familia expresara sus problemas económicos. Numerosas personas también se han interesado por contribuir en esa labor tan necesaria.