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EN UNA AGRESIÓN EL PROPIETARIO PUEDE INCURRIR EN UN DELITO

El riesgo de tener un perro

Tras el ataque de un rottweiler a una niña en Onda vuelve a ponerse de manifiesto la necesidad de conocer todas las responsabilidades que supone la elección de un animal

Los expertos aconsejan una elección reflexiva de un perro y conocer todas las responsabilidades. MEDITERRÁNEO

El miércoles pasado una niña de Onda acabó en el hospital después de haber sido atacada por un perro. A pesar de que no ha trascendido mucha información sobre los detalles del suceso, el hecho de que Guardia Civil y Policía Local confirmaran que no existía ninguna denuncia al respecto hacen pensar que el animal convivía con la menor o formaba parte de su entorno. Ante esta posibilidad, los expertos de adiestramiento canino recuerdan que la decisión de escoger a un perro tiene muchas implicaciones, más allá de los gustos, que deben meditarse muy bien antes de tomarla.

Las agresiones de perros que acaban con personas hospitalizadas o incluso muertas --el 3 de enero del 2018 una jauría mató a un hombre en la Vall d’Uixó--, suelen ser de animales con los que no se convive, pero como advierte José Carlos Soler, propietario de Adiestramiento Castelló, «no existe un 100% de seguridad de que un perro no vaya a atacar nunca a sus dueños, incluso con alta obediencia, porque son animales y tienen instintos que en determinadas situaciones pueden acabar en una reacción inesperada».

Esa es la razón por la que los profesionales recomiendan una elección reflexiva no solo de la raza, que también, sino de las responsabilidades que conlleva, porque tener en propiedad un can de determinadas características sin un seguro o un adiestramiento adecuado puede suponer enfrentarse a un delito penado incluso con prisión en el caso de suceder un incidente «que la mayor parte de las veces nadie espera».

Saber cómo actuar

Soler asegura que en otros países europeos, «cuando se adquiere un perro hay que acudir a un centro de adiestramiento donde el dueño aprende sobre comportamiento y a interpretar el lenguaje corporal del animal y así poder prevenir». Pero en España resulta complicado «incluso que la gente ponga un bozal, registre al perro o contrate un seguro, no suele pensarse en las consecuencias». Con todo, incide en que la culpa de que pasen incidentes como el de Onda «no es de nadie», pero se pueden minimizar los riesgos.

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