Alarma en el Grau por la presencia de un hombre que hostiga a mujeres y les hace gestos obscenos en la vía pública. El malestar es creciente en el distrito marítimo por el acoso de un ciudadano de origen magrebí, alto, de complexión delgada y mediana edad, que suele pernoctar en cajeros del Paseo Buenavista. Vecinos consultados por Mediterráneo afirman que fue después de las navidades cuando se le empezó a ver por el Grau y en apenas unas semanas ha protagonizado ya polémicas escenas. La última, sin ir más lejos, se produjo el pasado fin de semana, cuando este sujeto comenzó a molestar el sábado por la tarde a diversos clientes de las terrazas del paseo, a decir obscenidades y a realizarse tocamientos.
Lo echan de cuatro locales
Según han confirmado a este periódico, los responsables de hasta cuatro establecimientos de hostelería le recriminaron su actitud y le pidieron que se marchara del lugar, bajo amenaza de llamar a la policía. En un local de copas comenzó a acechar a un grupo de mujeres jóvenes y a decirles que le practicaran una felación, hecho que no pasó inadvertido entre los numerosos clientes de la terraza.
«Mi pareja, mi hija y yo estábamos tomando algo tranquilamente y nos pusimos en tensión al ver la escena. El hombre estaba como ido, parecía que estaba bajo los efectos de las drogas. Finalmente, el camarero le dijo que se fuera porque estaba molestando e incomodando a todo el mundo. No es la primera vez que hace algo así y da muy mala espina que merodee a las mujeres», explicó ayer a este diario una de las testigos.
Después, el hombre se dirigió hacia un restaurante de la misma calle, donde nuevamente comenzó a increpar a varias personas, siendo nuevamente reprendido por los responsables del negocio.
Posteriormente, entró en un kebab, donde increpó a algunos de los presentes y, al ser expulsado del establecimiento, hizo una última parada en un bar de la calle Gravina, donde continuó generando polémica por su agresivo comportamiento.
Varias personas han alertado ya a la policía de la presencia del sujeto, pero es frecuente que por este tipo de hechos que no llegan a mayores --al menos, de momento-- no lleguen a formalizarse denuncias. «Si no sufren un ataque físico directo muchas veces no se prestan a denunciar», dicen.