La ola de robos en viviendas que sufre Vila-real no se detiene y ya no solo afecta a los vecinos que residen en la zona de masets de la Bassa del Poble, sino que también alcanza al corazón de la ciudad. Ayer los ladrones asaltaron tres inmuebles, uno, un dúplex situado en la avenida la Murà, próximo a la antigua Cámara Agraria y al Banco Sabadell, y otros dos pisos algo más alejados del centro, en la calle Pablo de Santo Leocadio, delante de la Registro de la Propiedad nº 1.
En el ático reside una joven pareja con dos niños de tres y un año. Entre las 9.30 y las 10.00 horas la madre se ausentó para llevar al mayor a la guardería situada en el camí Ermita. En apenas media hora, los ladrones aprovecharon para limpiarles la vivienda. Relojes, cordones de oro, todas las joyas de la pareja y de los niños volaron, además del dinero que algunos amigos les habían dado como regalo de boda, lo que deja constancia de los preparados que iban los asaltantes y lo estudiado que podían tener el robo. De hecho, tuvieron tiempo hasta de buscar por los falsos techos del inmueble.
Cuando la mujer regresó a casa y se encontró el panorama, con todo revuelto y tirado por el suelo, la sensación de impotencia se apoderó de ella, además de la intranquilidad y el miedo por si todavía hubiera algún ladrón en el interior.
Indignación
Con estos últimos robos ha aumentado la indignación en la población, pues se unen a los denunciados el 20 de mayo en el área delimitada por los caminos Cuquello, Fornets, el Sedeny de la Bassa del Poble y el de servicio de la AP-7. Allí, en cuestión de un año, se pueden haber producido cerca de un centenar de incidentes, muchos denunciados y otros, al quedar en tentativa, no. El modus operandi suele repetirse.
«Arrancan las rejas y utilizan lo que debe ser un gato hidráulico para abrir las ventanas, o hacen agujeros en el vallado para entrar en los masets», explica el presidente de la asociación de vecinos Bassa del Poble, Román Eixea.
