Laia, la niña de tan solo 2 años que murió tras ser torturada por supuestamente la madre de esta y su actual pareja sentimental en el zaragozano barrio del Picarral, ya descansa en paz. Un año y medio después de que fuera asesinada y tras estar todo este tiempo en la cámara frigorífica del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Aragón (Imlcfa) ayer por la tarde fue enterrada en el cementerio de Lloret de Mar.

Fue en una ceremonia íntima por expreso deseo de Manel, el padre de la menor que ganó la batalla judicial para conseguir que la inhumación fuera en la localidad en la que él reside y no en la capital aragonesa como proponía la madre y acusada, y que aceptaba inicialmente la jueza instructora. "Por fin la tengo cerca, no como me gustaría, pero ahora podré ir a llorarle cerca, a hablarle, a llevarle flores", afirmó a EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, diario que pertenece al mismo grupo que este medio, este joven visiblemente emocionado.

El funeral católico y posterior entierro tuvo lugar después de que la Audiencia de Zaragoza afirmara que "subyacen motivos de sensibilidad y humanidad ante una petición, la del padre de Laia, que no ocasiona en este momento perjuicio alguno (personal, social o procesional) y por el contrario permite concluir el duelo del progenitor y de los familiares cercanos de la niña fallecida en tan penosas circunstancias".

De no haberse pronunciado así el tribunal provincial, la niña hubiera acabado en el cementerio zaragozano de Torrero con un entierro benéfico, Vanesa M. P. aseguró a la jueza que no tenía dinero para poder hacer frente a los gastos propios de un sepelio, por lo que se propuso al Ayuntamiento de Zaragoza que se hiciera cargo del mismo bajo el amparo de la beneficencia.

Situación que el consistorio aceptó, advirtiendo que el protocolo marca que, a partir de los cinco años, el cadáver sería exhumado y que acabaría en la fosa común como el resto de mendigos o personas que no pagan la tasa de mantenimiento de su nicho. Un destino que dolía especialmente a Manel Ardila, el padre de Laia, porque él desde el primer momento quiso enterrarla y costear los gastos.

Tanto Vanesa M. P. como Cristian L. V., los dos detenidos en este crimen, están en prisión provisional a la espera de que les comuniquen cuántos años de prisión solicitan las acusaciones. La autopsia reveló una agresión brutal y continuada en el tiempo.