Caso Abierto - El Periódico Mediterráneo

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Narcotráfico

Submarinos teledirigidos para meter droga en Europa

La Policía Nacional arresta a un padre y a un hijo del Campo de Gibraltar que diseñaban drones de 12 motores y batiscafos no tripulados para mafias del resto del continente

Un submarino teledirigido.

La primera vez que en España se oyó hablar de submarinos y de drogas la cosa no acabó bien. En noviembre de 2019, tres hombres trataron de introducir 3.000 kilogramos de cocaína surcando el océano Atlántico a bordo de un batiscafo de 20 metros de eslora –que no llegaba a sumergirse del todo– pero acabaron trincados en la costa gallega por una patrulla de la Guardia Civil que los descubrió saliendo del mar, agotados tras una travesía de casi un mes, hartos de esperar a que los compradores recogieran los fardos. El plan no funcionó pero dio para una serie de Daniel Calparsoro que Amazon Prime estrenó este pasado mes de febrero. 

Los intentos de los narcotraficantes de sortear los controles policiales bajo el mar han sido más bien escasos. Pero un padre y un hijo de Castellar de la Frontera (Campo de Gibraltar) se propusieron probar con algo nuevo: submarinos teledirigidos. Los diseñaron, los construyeron y los ofrecieron a traficantes de Europa. No constaba nada parecido en la historia del narcotráfico español. En realidad, no solo vendían 'unmanned underwater vehicles', como se conoce a los sumergibles sin tripulación. Esta familia gibraltareña creaba sistemas de transporte específicos para cada ocasión. Por todos los medios: tierra, mar y aire. La Policía Nacional los arrestó a finales de junio. 

Operación 'Kraken' 

El caso fue bautizado por la Policía Nacional de la comisaría de Algeciras con el nombre de 'Kraken' en honor al ser mitológico que vivía en las profundidades y hundía barcos enteros. El 'Kraken', con forma de calamar gigante, es también el monstruo que devora al capitán Jack Sparrow al final de la segunda entrega de 'Piratas del Caribe'. La investigación duró 14 meses.

Comenzó en abril de 2021, cuando los policías supieron que Castellar de la Frontera atraía a miembros de organizaciones criminales internacionales. "Comenzamos con los seguimientos y las vigilancias y descubrimos qué buscaban esas mafias", relata a El Periódico Juan Antonio Sillero, inspector jefe del cuerpo estatal. Venían a reunirse con un padre y un hijo, dos hombres de nacionalidad española y con conocimientos de mecánica y aeronáutica, que se habían especializado en diseñar aparatos teledirigidos para burlar la vigilancia policial que trata de impedir la entrada de droga en el continente europeo. "Contaban con comerciales que hacían el trabajo de contactar con las mafias y vender los productos", explica el inspector jefe Silleros. A los investigadores les constan negocios con miembros de organizaciones afincadas en la Costa del Sol, en Igualada (Catalunya), en Francia o con representantes de la Mocro Mafia –mafia marroquí– instalados en Dinamarca

Los submarinos 

Habían diseñado tres submarinos con capacidad para cargar con casi 200 kilogramos de droga. Las pesquisas señalan que los habían vendido a traficantes franceses que pretendían cargarlos de cocaína. Pero desconocen si iban a ser usados para cruzar el Estrecho de Gibraltar o canales de Francia. Por cada aparato habían pagado 100.000 euros. Uno estaba listo para ser entregado y los otros dos, en el momento de la desarticulación, casi terminados. 

En sentido estricto, no son submarinos porque también son semisumergibles. Es decir, la inmersión no es completa. Hay una parte pequeña de la nave que queda por encima de la superficie, aunque la línea de flotación es elevada y la gracia del invento, explica Silleros, es que son muy difíciles de ver en el mar. Si hay un poco de oleaje, son casi invisibles. Se manejan remotamente a través de GPS, sin tener que pasar ninguna de las penurias que sufrieron los tres traficantes del submarino gallego, y pueden cubrir distancias de hasta 50 kilómetros.

Los narcodrones

En la operación los policías interceptaron también seis narcodrones dotados de 12 motores. Se sabía de intentos anteriores de mover droga con drones, pero no con aparatos tan grandes. Los que había diseñado esta familia podían recorrer distancias de entre 30 o 40 kilómetros y transportar cargas, presumiblemente de hachís, de hasta 40 kilogramos.

La tecnología permitía controlar el narcodrone a través de una tableta electrónica. Cada uno de estos aparatos tenía un valor de 50.000 euros. Y como los submarinos, no habían sido construidos trucando drones comprados. "Los habían hecho pieza a pieza, artesanalmente", subraya Silleros.

Las 'caletas'

Además de submarinos y narcodrones, para cubrir largas distancias por carretera, padre e hijo también preparaban vehículos. Abrían compartimentos secretos en la estructura de los coches, las llamadas 'caletas', que permitían ocultar notables cantidades de droga. Siguiendo a uno de esos vehículos, la Policía Nacional llegó hasta una organización que había contratado sus servicios y que operaba desde Cataluña. Los investigadores inspeccionaron el garaje en el que habían escondido el coche en Igualada y hallaron 9 kilogramos de marihuana preparada para ser vendida.

Todavía no hay detenciones en Igualada, como tampoco las hay en Francia o Dinamarca. Pero la operación 'Kraken', al investigar a fondo una 'empresa logística' que trabajaba para las organizaciones criminales, ha logrado información de estas segundas que ahora la Policía Nacional ha compartido con cuerpos de seguridad de otros países, que podrán seguir tirando del hilo.

Padre e hijo fueron arrestados hace poco días. También fueron apresados varios de los comerciales que hacían de enlace entre esta banda familiar y las mafias europeas.

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