Me han pinchado». Así empezó la agresión con sustancia química de Sara Vives, una joven de 26 años de Dénia hasta que finalmente pudo poner la denuncia ante el juzgado. Eran altas horas de la madrugada en el Festival Internacional de Benicàssim (FIB). «Estábamos en un concierto y un grupo de cinco o seis chicos, al pasar por mi lado, me rozaron el hombro. El primero, el segundo y con el tercer roce de contacto noté un pinchazo en el brazo», cuenta. «Y sé que era un pinchazo porque noté como si me clavaran una banderilla», recuerda la joven.

Automáticamente, la víctima se acordó de los casos que habían ido saliendo en otras fiestas veraniegas en España y se puso en alerta. Este testimonio en Castellón se suma a varios registrados por toda la geografía nacional (Cataluña, Navarra, País Vasco o Andalucía), donde ya se han registrado otros incidentes de este tipo, en ambientes festivos o de ocio y en lugares muy concurridos. 

Muchas voces relacionan estas agresiones para lograr una supuesta sumisión química con una intención de atentar contra la libertad sexual de las mujeres, aunque esto no ocurrió en el caso de Sara, pues los agresores desaparecieron nada más pincharle en el brazo. La valenciana intentó mantener la calma y les dijo a sus amigos que la miraran por si se desmayaba o se ponía eufórica. 

«Tuve miedo»

«A los cinco minutos, empecé a notar una bajada de tensión, como si mi cuerpo se durmiera y de rodillas hacia abajo solo sentía un cosquilleo, un hormigueo que también notaba en la lengua. Casi no podía moverme», relata Sara en conversaciones con este periódico. Intentó bailar para sudar y también beber agua para hidratarse, como había oído que estaba recomendado. «Tuve miedo. Sabía que estaba drogada porque esa sensación no la había tenido nunca. Miraba a la gente y me daba la sensación de que alguien iba a venir a por mí, porque si me habían pinchado, algo querrían. No me separé de mis amigos, solo pensaba: Te eligen y, tras pincharte, cualquiera puede venir», relata, todavía angustiada.

Al rato --no sabe cuánto pasó desde que notó el pinchazo-- empezó a notarse un bulto en el brazo y decidió ir al punto violeta. «Lo conté todo y les pregunté qué podía hacer. La chica que me atendió sonreía, como si fuera un chiste. Me dijo que avisaría a sus superiores, pero no me pidió los datos ni nada», critica la aectada, quien recuerda que tenía ganas de llorar.

Acude a la guardia civil

De hecho, Sara recuerda que al acercarse a la Guardia Civil que se encontraba presente en el festival rompió a llorar. «Ellos sí me ofrecieron acercarme a un centro de salud», pero finalmente fue ella, por su propio pie, quien se desplazó al ambulatorio más cercano. 

Cuenta que pidió que le tomaran una muestra de orina o de sangre para poder identificar la sustancia y poner la correspondiente denuncia, «pero me indicaron que tenía que ir al hospital». Al llegar a Denia a la mañana siguiente, acudió al centro hospitalario, donde le hicieron analíticas, pero no encontraron droga. 

«Entonces, aplicaron un protocolo de pinchazo accidental con medicación por el riesgo de haber contraído alguna enfermedad por la aguja», afirma la joven, quien tendrá que hacerse analíticas periódicas para prevenir posibles infecciones. Después, la joven valenciana acudió al Juzgado de Instrucción número 3 de Denia para denunciar el pinchazo y la actuación de quienes la atendieron por primera vez en el punto violeta.

Por su parte, la promotora que organiza el festival de música sostiene que no tiene constancia de que haya habido ningún caso durante esta edición y recuerda que el protocolo a seguir en los puntos violeta es informar directamente a la Guardia Civil, con quien tienen «total coordinación». 

Además, en este sentido inciden en que «antes de entrar al festival de música, se revisa al 100% de la gente que accede al recinto y lo que puedan portar entre sus pertenencias».

Investigan casos en el País Vasco, Cataluña o Cantabria

El pinchazo denunciado por Sara Vives en el festival FIB de Benicàssim no es el primero en España y tampoco será, desgraciadamente, el último. Ya se han confirmado varios casos en Cataluña, en el País Vasco y en Francia, así como registrado en Santander y Andalucía, donde se dio la voz de alarma por una posible agresión en Cádiz. 

De hecho, ya hay varias investigaciones abiertas por la Policía Nacional y la Guardia Civil para esclarecer los hechos. En el País Vasco, la Ertzaintza está investigando una docena de pinchazos a mujeres registrados en los últimos quince días en recintos festivos y espacios de ocio de distintas localidades vascas y en ninguno de ellos se han encontrado restos de sustancias tóxicas.

Por otra parte, en Cataluña, las personas que intuyan haber sufrido un pinchazo en un local de ocio podrán recibir profilaxis por exposición al VIH y se les practicarán análisis toxicológicos urgentes, de acuerdo con el nuevo protocolo que ha aprobado el Govern ante este fenómeno. Los departamentos de Igualdad y Feminismos, Salud e Interior del Govern catalán han actualizado el protocolo de actuación, después de que en los últimos días los Mossos d’Esquadra hayan recibido 18 denuncias de personas -17 de ellas mujeres- que aseguran han sido pinchadas con agujas o un objeto punzante cuando estaban en zonas de ocio, en ningún caso con violación o robo posterior.