El fuego y el viento se aliaron ayer y fueron vectores imprescindibles en los diferentes incendios que se registraron en la provincia. Uno de ellos calcinó algo más de 15.000 metros cuadrados de terrenos abandonados en la partida rural del Madrigal, donde los cultivos (mayoritariamente de cítricos) conviven con los masets de uso residencial.

Hasta el lugar acudieron, además de patrullas de la Policía Local y del Cuerpo Nacional de Policía, dos dotaciones de los bomberos, quienes pasadas más de tres horas pudieron apagar el fuego que, por momentos, se avivaba a causa de las fuertes rachas de viento de poniente.

De hecho, los bomberos tuvieron que hacer uso del agua del pozo de La Esperanza, que en ese momento se aprovechaba para regar un campo cercano, después de que el regador del mismo, el joven Ignasi Costa, se prestara a abrir una de las bocas para que los camiones con motobomba pudieran nutrirse del agua con el que hacer frente al incendio.

Cabe destacar que, en este caso, el fuego se quedó a escasos metros de uno de los masets habitados en esta zona y que no fue a más gracias al ribazo de piedras que separa las propiedades.