Otro caso de abusos sexuales a menores ha acabado en condena en Castellón. Un hombre ha sido sentenciado a dos años de prisión y al pago de 2.000 euros en concepto de indemnización para un niño de 13 al que le practicó tocamientos en una cochera en abril del 2019.

El Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana (TSJCV) he desestimado el recurso interpuesto por la defensa y ha ratificado la pena impuesta por la Sección Primera de la Audiencia Provincial al procesado.

El tribunal castellonense declaró probado que el adulto pidió a un menor al que no conocía de nada ayuda para colocar una bajante para salida de aguas en su vivienda, que estaba en obras.

El pequeño accedió y se subió a una escalera, sujetada por el procesado y a instancias de este. El adulto le dio un taladro con el que el menor empezó a hacer agujeros y pasar unas agarraderas para colocar el tubo. «En un momento dado, estando subido a la escalera, el procesado le tocó los genitales con la mano. Ante estos hechos, la víctima se marchó de la vivienda», reza la sentencia a la que ha tenido acceso Mediterráneo. Según la misma, el niño regresó al parque en el que se encontraba su madre y se lo contó a la progenitora, personándose ambos en casa del acusado para pedirle explicaciones de lo sucedido.

El niño estuvo durante un mes teniendo pensamientos recurrentes sobre los abusos y tuvo dificultades para conciliar el sueño.

Testimonio

Durante el juicio oral celebrado en Castelló el menor fue contundente en su testimonio. Preguntado por el magistrado presidente si los referidos tocamientos podrían ser para ayudarlo a que no perdiera el equilibrio en la escalera, la víctima lo negó y dijo estar convencida del ánimo libidinoso del adulto. «No era para eso porque él movía la mano», declaró el menor, que respondió por videoconferencia a las preguntas de la representantes de la Fiscalía.

El procesado negó los hechos y también así su esposa, que fue llamada a declarar como testigo por parte de la defensa. La mujer dijo conocer a la víctima y a su madre y aseguró que su marido vivió un calvario durante la instrucción. «Lleva tres años sufriendo muchísimo. No podía trabajar y ha estado de baja médica», aseguró. La acusación particular preguntó a la mujer si no le extrañó que su esposo pidiera ayuda a un niño de 13 años, al que no le unía ninguna relación familiar o de amistad, para hacer bricolaje. La testigo dijo que no le pareció extraño. 

Asimismo, acudió a declarar una psicóloga a la que había acudido el procesado, quien dijo que este se encontraba «hundido» y «destrozado». Ahora puede recurrir, si quiere, ante el Supremo.