Un entorno estimulante mantiene al hipocampo, que es el centro de control de la memoria del cerebro, siempre joven y activo. Es la conclusión de un nuevo estudio desarrollado en el Centro Alemán de Enfermedades Neurodegenerativas (DZNE), que sostiene además que los factores ambientales influyen en los mecanismos moleculares que afectan la regulación genética: preservan por más tiempo las condiciones cerebrales óptimas y retrasan los cambios inherentes al envejecimiento.

Al realizar estudios en roedores, los investigadores descubrieron que el genoma de los ratones que crecieron en un entorno estimulante registró un cambio relativamente pequeño con la edad, únicamente en ciertas etiquetas químicas del ADN. De acuerdo a una nota de prensa, en ratones con un entorno de bajo estímulo, en cambio, las variantes genéticas que predisponen a un envejecimiento cerebral acelerado fueron mucho más pronunciadas.

Aunque la forma en la cual los seres humanos reaccionamos frente a los estímulos externos es mucho más compleja que aquella que puede registrarse en los roedores, los científicos cree igualmente que los principios epigenéticos básicos son los mismos en humanos que en ratones. La epigenética se relaciona precisamente con la influencia de los factores ambientales sobre los mecanismos que regulan la expresión de los genes.

En consecuencia, si estos principios son similares es probable que los efectos comprobados en los roedores también puedan advertirse en humanos. No se trata de una cuestión secundaria: el ADN es nuestro «andamiaje» genético, el modelo básico que nos rige, pero en el funcionamiento celular también influye fuertemente la activación o no de determinados genes. Es en ese punto donde se potencia el impacto de los factores ligados al ambiente.

Activar los genes correctos

En otras palabras, la manera en la cual envejecemos determinaría la activación de determinados genes. Si contamos con estímulos positivos, como el desarrollo de tareas placenteras, la interacción social o desafíos intelectuales permanentes que nos saquen de la «zona de confort», los genes relacionados con el envejecimiento del cerebro se mantendrían «dormidos» por más tiempo.

En el marco de la investigación, publicada en la revista Nature Communications, los científicos analizaron el impacto de los llamados grupos metilo, que funcionan como etiquetas químicas que se adhieren al ADN. Los mencionados enlaces químicos no alteran la información genética por su propia cuenta: influyen en si los genes individuales pueden activarse o no.

En los roedores estimulados, los grupos metilo no modificaron sustancialmente su actividad, algo que impactó en una serie de genes relevantes para el crecimiento de nuevas neuronas y conexiones celulares en el área del hipocampo. De esta manera, el cerebro de estos roedores se mantuvo joven y preservó intactas sus funciones por más tiempo.

Por el contrario, los ratones con un estímulo pobre mostraron profundos cambios en los grupos metilo, determinando en consecuencia que no se activen los genes que «renuevan» la dinámica del hipocampo. A partir de esto, lo que se activó fue el envejecimiento cerebral y las funciones comenzaron a verse alteradas.

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El impacto del entorno y los estímulos

Este estudio se centró en los aspectos genéticos y no incluyó cuestiones relacionadas al comportamiento, pero sin embargo los especialistas destacaron que se han apreciado resultados similares cuando se efectuaron pruebas de memoria en roedores: los ejemplares más estimulados obtuvieron mejores resultados que aquellos con un bajo nivel de estímulo.

La nueva investigación parece marcar que los factores ambientales inciden con fuerza en los procesos relacionados a la senescencia, a través de la cual se produce el envejecimiento celular y las células dejan de dividirse. Más allá del control de las enfermedades ligadas al envejecimiento, es hora entonces de otorgarle mayor prioridad a las actividades intelectuales, culturales y sociales que puedan mantener al cerebro joven por más tiempo.

Referencia

Environmental enrichment preserves a young DNA methylation landscape in the aged mouse hippocampus. Zocher et al. Nature Communications (2021).DOI:https://doi.org/10.1038/s41467-021-23993-1

Foto: Vlad Sargu en Unsplash.