Un grupo de investigadores de la Universidad de Arizona, en Estados Unidos, ha diseñado un plan para recolectar los recursos de la Luna utilizando enjambres de robots autónomos y nuevas técnicas de excavación. El proyecto busca obtener recursos directamente en la Luna y no depender de lo enviado desde la Tierra cuando se establezca una futura base lunar.

Incluso, los recursos lunares podrían abastecer a la Tierra: si nuestro planeta y la Luna provienen de un origen común, sus composiciones químicas serían relativamente similares. En consecuencia, la minería en la superficie de la Luna podría generar metales de tierras raras necesarios para tecnologías como teléfonos inteligentes y equipos médicos, titanio para su uso en aleaciones, metales preciosos como oro y platino y hasta helio-3, un isótopo estable de helio que podría alimentar a la energía nuclear.

Nace la minería lunar

De acuerdo a una nota de prensa, el proyecto apoyado por la NASA podría abrir el camino para el desarrollo de una nueva «especialidad»: la minería lunar. La idea está relacionada con diferentes proyectos lanzados por las potencias espaciales en cuanto a la colonización de la Luna: no solo Estados Unidos lo está pensando, también China, Rusia y hasta Japón, que planea llevar un robot transformable a suelo lunar en el próximo año.

La iniciativa de los investigadores estadounidenses no tiene como propósito eliminar o reducir la intervención humana en las futuras bases lunares, sino lograr que estos enjambres de robots puedan liberar a los astronautas para que se concentren en otros elementos críticos de la misión.

En términos generales, los científicos imaginan una serie de robots totalmente independientes que no necesiten recibir instrucciones de la Tierra para extraer materiales y construir estructuras simples. De esta forma, el personal humano podría dedicar su tiempo en la Luna a tareas de reconocimiento e investigación, dejando el «trabajo sucio» para estos dispositivos robóticos autónomos.

Los robots serían entrenados en nuestro planeta, practicando también en zonas de la Tierra con características similares a la Luna. Se prevé que adquieran las condiciones necesarias para trabajar en conjunto, conformando un verdadero equipo que perfeccione con el tiempo sus habilidades de colaboración, entre los propios robots e incluso con el ser humano.

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Doble desafío: nuevas técnicas de extracción y el tema ambiental

Por otro lado, aunque la minería en la Tierra tiene amplios antecedentes y ha desarrollado múltiples técnicas para extraer recursos en sitios con geografías diametralmente opuestas, la Luna supone un nuevo desafío. Por ejemplo, las explosiones se utilizan en nuestro planeta como un método eficiente para extraer recursos minerales, aunque puedan discutirse largamente sus consecuencias ambientales.

En la Luna, sin embargo, este método parece inviable por el momento y será imprescindible desarrollar nuevos procesos y nuevas técnicas. Por ejemplo, la minería en la Tierra emplea grandes cantidades de agua, un recurso que no podrá utilizarse en nuestro satélite, por lo menos en la forma que conocemos y sin depender de recursos que provengan desde la Tierra.

Más allá de estos desafíos, la recompensa posterior al esfuerzo parece suficiente para encarar la aventura: los metales de tierras raras y otros recursos minerales que podrían extraerse desde la Luna son escasos en nuestro planeta y su extracción supone un fuerte pasivo ambiental, que con el paso del tiempo acumula una mayor resistencia de diferentes grupos sociales y políticos. Al mismo tiempo, las futuras bases lunares necesitarán indefectiblemente ser independientes de los recursos terrestres para poder mantenerse en el tiempo.

Todo indica que en un futuro cercano el ser humano podrá empezar a ver a la Luna como una fuente de recursos. ¿Seremos capaces, con el apoyo de la tecnología robótica, de utilizar los recursos de la Luna de una forma más sostenible y armónica con las necesidades ambientales del satélite o cometeremos los mismos errores que en la Tierra?

Foto de portada: prototipo de rover impreso en 3D que se utiliza para probar una nueva generación de sensores en miniatura para aplicaciones en la minería lunar. Crédito: Chris Richards / Universidad de Arizona.