Una nueva investigación realizada por científicos de la Universidad de Ginebra indica que el planeta Venus no ha tenido océanos a lo largo de su historia, como planteaban otras teorías. Los especialistas creen que las condiciones necesarias para la acumulación de cantidades de agua suficientes en la superficie de este astro nunca se concretaron: lo afirman con firmeza luego de efectuar simulaciones sobre el clima de la Tierra y Venus al comienzo de su evolución, hace más de cuatro mil millones de años, cuando la superficie de los planetas aún estaba fundida.

Según una nota de prensa, los investigadores creen que existen pruebas contundentes para pensar que el agua existente en la atmósfera de Venus siempre permaneció en estado gaseoso y las temperaturas nunca bajaron como para generar lluvias, a través de las cuales el agua se hubiera acumulado a nivel superficial y se hubieran producido los océanos. Es la hipótesis que desarrollan en el nuevo estudio, publicado recientemente en la revista Nature.

El «hermano gemelo» sin océanos

¿Por qué distintas teorías sostienen lo contrario, si pensamos que las condiciones actuales de Venus no parecen apropiadas para que disponga de océanos en su superficie? La realidad es que nuestro «planeta gemelo» no registró siempre las mismas condiciones que puedan apreciarse hoy, con una atmósfera dominada por el dióxido de carbono, temperaturas extremas y nubes de ácido sulfúrico. En su proceso de formación tuvo características mucho más benévolas, es así que algunos especialistas han pensado que en algún momento albergó océanos de agua líquida.

Venus y la Tierra poseen algunas condiciones similares: ambos son planetas rocosos, tienen una atmósfera y son semejantes en términos de masa y tamaño. Sin embargo, en un determinado momento su historia geológica y su relación con el cosmos los separaron por completo: la Tierra se volvió un planeta azul y repleto de vida, en tanto Venus se transformó en un desierto con un ambiente muy poco amigable.

Los científicos trabajaron con sofisticados modelos tridimensionales de la atmósfera de Venus y la Tierra, comparando las condiciones existentes al inicio de la historia de ambos planetas. Trabajaron con simulaciones similares a las que se utilizan actualmente en el análisis y las predicciones climáticas en la Tierra, evaluando cómo las atmósferas de los dos planetas fueron evolucionando con el tiempo y si existieron las condiciones precisas para que los océanos pudieran formarse en el proceso.

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La diferencia la marca el Sol

Los resultados fueron claros: en Venus, a diferencia de la Tierra, las condiciones climáticas no permitieron que el vapor de agua se condensara en la atmósfera y lograra generar lluvias. Una de las principales razones es que las nubes de Venus provocaron un efecto invernadero muy potente, impidiendo que el planeta se enfriara rápidamente como se postuló en trabajos previos.

Debido a esto, el agua permaneció eternamente en estado gaseoso en la atmósfera y no fue posible que descienda a la superficie de Venus, como sucede en la Tierra a través de diferentes procesos meteorológicos impulsados por el vapor de agua que se encuentra a nivel atmosférico. La gran diferencia habría estado en la cercanía al Sol: si nuestro planeta hubiera estado algo más cerca del astro rey, las temperaturas no hubieran descendido lo necesario como para condensar el agua que forma nuestros océanos.

Referencia

Day–night cloud asymmetry prevents early oceans on Venus but not on Earth. Turbet, M., Bolmont, E., Chaverot, G. et al. Nature (2021).DOI:https://doi.org/10.1038/s41586-021-03873-w

Foto: Venus y la Tierra tienen similitudes, pero en algún momento sus características atmosféricas determinaron que en nuestro planeta se dieran las condiciones para el surgimiento de océanos: en Venus no fueron las mismas, y el agua permaneció en estado gaseoso en su atmósfera. Crédito: GooKingSword en Pixabay.