Un grupo de científicos ha descubierto que la creciente irrelevancia de la verdad fáctica en el discurso público es parte de una tendencia creciente que comenzó hace décadas: durante los últimos cuarenta años, el interés público ha experimentado un cambio acelerado de lo colectivo a lo individual, y de la racionalidad a la emoción.

Un nuevo estudio realizado por investigadores de la Universidad de Wageningen, en los Países Bajos, y la Universidad de Indiana, en Estados Unidos, concluye que el lenguaje empleado en el discurso público durante los últimos 40 años marca que la verdad de los hechos y la racionalidad están perdiendo trascendencia frente a la intuición y la emoción. La tendencia va en paralelo con el reemplazo de lo colectivo por lo individual.

Cuando la verdad de los hechos pasa de moda

La denominada posverdad, un concepto ampliamente utilizado en los estudios contemporáneos relativos a las ciencias sociales y la filosofía, sugiere que en la sociedad actual los hechos objetivos y reales tienen menos credibilidad o influencia que los sentimientos y creencias de los individuos, por ejemplo cuando se expresa una opinión pública o se fija una postura social. 

En otras palabras, la posverdad podría entenderse como una distorsión deliberada de la realidad, que se hace con el fin de lograr imponer un discurso sobre otro, aunque el mismo vaya por un carril separado al de la realidad. Como los sentimientos o creencias personales tienen más peso que los hechos en sí mismos, esto supone la creación de una especie de “realidad paralela”. La misma “contamina” en forma permanente a la realidad de los hechos, por ejemplo a través del fenómeno de las “fake news”, generando una creciente confusión

Foto: ejemplos de tendencias en el uso de palabras relacionadas con la racionalidad (panel superior) frente a la intuición (panel inferior). Crédito: Marten Scheffer et al / Universidad de Wageningen.

El lenguaje de la emoción individual

Ahora, una nota de prensa muestra que un nuevo estudio publicado recientemente en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) ha analizado los términos utilizados en la literatura de ficción y no ficción, junto a otras fuentes, en el período 1850-1980 y en el ciclo 1980-2020. La investigación logra demostrar que en las últimas cuatro décadas el uso de palabras relacionadas con la racionalidad ha disminuido notablemente, frente a los términos relativos a la intuición y la emoción. 

Por ejemplo, al estudiar el lenguaje de millones de libros, los investigadores encontraron que las palabras asociadas con la razón, como "determinar" y "conclusión", aumentaron sistemáticamente a partir de 1850, mientras que las palabras relativas a la experiencia humana, como "sentir" y "creer", se redujeron considerablemente. Sin embargo, este patrón fue revertido fuertemente en los últimos 40 años, en paralelo con la adopción de un enfoque individualista en detrimento de uno colectivista, como lo refleja la proporción creciente de pronombres singulares (yo) por sobre los plurales (nosotros).

El equilibrio que falta

Para corroborar que la tendencia no forma parte de un artefacto retórico presente únicamente en el corpus de libros analizados, los investigadores cruzaron esa información con el estudio de artículos del New York Times o expresiones en las redes sociales. Nuevamente verificaron la misma inclinación hacia las palabras relacionadas con la emotividad y la intuición por sobre aquellas que expresan el universo de la razón, desde 1980 hasta la actualidad. 

En el mismo sentido, los especialistas descubrieron que el cambio de la racionalidad al sentimiento en el lenguaje se aceleró alrededor de 2007, coincidiendo con el auge de las redes sociales. A partir de ese momento, la literatura en todos los idiomas mostró una clara reducción en la frecuencia de las palabras relacionadas con hechos, mientras aumentaba el lenguaje cargado de emociones. 

Como conclusión, los científicos sostienen que quizás las sociedades necesitan encontrar un nuevo equilibrio entre ambos mundos, reconociendo explícitamente la importancia de la intuición y la emoción, mientras que al mismo tiempo concretan un uso adecuado de la racionalidad, la verdad de los hechos y la ciencia para tratar los temas en toda su complejidad. 

Referencia

The rise and fall of rationality in language. Marten Scheffer et al. Proceedings of the National Academy of Sciences (2021). DOI:https://doi.org/10.1073/pnas.2107848118