Los científicos insisten: hay suficientes indicios de que invertebrados marinos, como los pulpos, calamares, camarones y cangrejos de río, pueden sentir emociones, al igual que los peces y otros vertebrados, lo que plantea un debate moral en la sociedad humana.

Los pulpos pueden resolver acertijos complejos y mostrar preferencia por diferentes individuos, pero se debate acaloradamente si ellos, y otros animales e invertebrados, tienen emociones, lo que podría afectar a la toma de decisiones morales de los humanos, plantean dos cietíficos de la Universidad de York en un artículo publicado en la revista Science.

La mayoría de los países no reconocen a los invertebrados, como los pulpos, los cangrejos, las langostas y los cangrejos de río, como seres emocionales que pueden sentir dolor, pero el Reino Unido está considerando enmiendas a su legislación sobre bienestar animal que reconocería esto, añaden.

Esta reflexión se apoya en un informe de la London School of Economics (LSE) encargado el año pasado por el gobierno del Reino Unido, según el cual hay evidencia lo suficientemente sólida como para concluir que los crustáceos decápodos y los moluscos cefalópodos son sensibles.

Según este informe, invertebrados marinos como pulpos, calamares, camarones y cangrejos de río, son capaces de sentir dolor, hambre, alegría y emoción, entre otras expresiones de sensibilidad.

Alegría y angustia

La investigación se basó en más de 300 estudios científicos para evaluar la evidencia de sensibilidad en dos grupos de animales invertebrados: los cefalópodos (incluidos los octópodos, calamares y sepias) y los decápodos (incluidos cangrejos, langostas y cangrejos de río).

También evaluó las posibles implicaciones para el bienestar animal de las prácticas comerciales actuales que involucran a estos animales, según se explica en el informe.

El equipo consideró ocho criterios diferentes para la sensibilidad, entendida como la capacidad de un organismo para experimentar sentimientos, algo más que simplemente sentir una sensación de dolor.

Para los investigadores, la sensibilidad está relacionada con la capacidad de experimentar alegría, emoción y angustia, según se establece en este informe.

El informe concluye que estos invertebrados tienen "un sistema nervioso central complejo, uno de los sellos clave de la sensibilidad", y que son capaces de experimentar "sensaciones de dolor, placer, hambre, sed, calidez, alegría, comodidad y excitación".

También los peces

Según otra investigación de la Universidad de Texas, en Arlington, publicada el año pasado en la revista Philosophical Psychology, el dolor podría ser parte de las experiencias vitales de los peces, aunque estos animales vertebrados no poseen regiones cerebrales dedicadas a procesar las sensaciones negativas.

Los autores de esta investigación sostienen que la falta de regiones corticales orientadas a procesar las experiencias negativas no es un argumento válido para afirmar que los peces no sufren dolor. Y para confirmarlo dan un ejemplo concreto: los casos de seres humanos con lesiones cerebrales.

Después de analizar distintos ejemplos de personas que han pasado por daños cerebrales que afectan las zonas corticales dedicadas a procesar las sensaciones desagradables, los autores de esta investigación verificaron que estas personas continuaban experimentando dolor y que, en muchos casos, incluso habían desarrollado una sensibilidad superior a la media. Concluyen que ninguna región cortical específica parece ser necesaria para producir el dolor.

Según los científicos, esto indicaría que la falta de algunas regiones corticales en los peces no puede considerarse un argumento válido para negar la presencia del dolor en estos vertebrados.

Resistencia cultural

A pesar de estas evidencias, muchas personas piensan que los animales, incluidos los invertebrados, solo tienen reacciones inconscientes a los estímulos negativos, destacan los investigadores de la Universidad de York, Kristin Andrews y Frans BM de Waal, en su artículo.

Sin embargo, añaden, la investigación en mamíferos, peces, pulpos y, en menor medida, cangrejos, ha demostrado que evitan el dolor y los lugares peligrosos, y que incluso hay signos de empatía en algunos animales, como las vacas: se angustian cuando ven a su cría con dolor.

Reconocer la sensibilidad de los invertebrados abre un dilema moral y ético, reconocen ambos autores. El problema es que, mientras los humanos pueden decir lo que sienten, los animales no tienen las mismas herramientas para describir sus emociones.

Consideran asimismo que no tenemos suficiente ciencia en este momento para saber exactamente cuál debería ser el tratamiento adecuado de ciertas especies, y que para aclararlo necesitamos una mayor cooperación entre científicos y especialistas en ética.

Otra mirada

Puede haber un punto en el que los humanos ya no puedan negar que los cangrejos de río, los camarones y otros invertebrados sienten dolor ni otras emociones, enfatizan los científicos de York.

“Si ya no pueden considerarse inmunes a sentir el dolor, las experiencias de los invertebrados deberán convertirse en parte del panorama moral de nuestra especie”, añaden.

“Pero el dolor es solo una emoción moralmente relevante. Los invertebrados como los pulpos pueden experimentar otras emociones, como la curiosidad por la exploración, el afecto por las personas o la emoción por la anticipación de una recompensa futura”.

Puede que sea el momento de mirar nuestro mundo de manera diferente, concluyen Andrews y de Waal en su artículo. Recuerdan que hasta hace 40 años también se consideraba erróneamente que los bebés humanos preverbales, de entre 12 y 19 meses de edad, tampoco sentían dolor.

Referencia

The question of animal emotions. Frans B. M. De Waal, Kristin Andrews. Science• 24 Mar 2022 • Vol 375, Issue 6587, pp. 1351-1352. DOI: 10.1126/science.abo2378