Arqueología / Ciencias Sociales
La desigualdad social puede evitarse, según un nuevo estudio
Los investigadores refutan la noción establecida en torno a que la desigualdad crece inevitablemente con el tamaño social o los avances tecnológicos

Los investigadores dirigen excavaciones en residencias ubicadas en El Palmillo, México. / Créditos: Linda Nicholas y Gary Feinman.
Pablo Javier Piacente / T21
Un estudio de 50.000 viviendas desde finales del Pleistoceno hasta el inicio del colonialismo europeo ha revelado que la desigualdad social no es inevitable ni se trata de una condición intrínseca del funcionamiento de las sociedades, sino más bien una consecuencia de decisiones políticas.
Arqueólogos del Field Museum de Chicago, en Estados Unidos, midieron y compararon más de 50.000 viviendas antiguas en más de 1.000 sitios arqueológicos para investigar la historia de la desigualdad económica. Los resultados, publicados en un nuevo estudio que aparece en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), revelan que la desigualdad ha sido una constante histórica, pero que al mismo tiempo no es un fenómeno inevitable ni uniforme a lo largo del tiempo y el espacio.
Utilizando el coeficiente de Gini, una herramienta estadística que mide la desigualdad económica de una población y se usa para comparar la distribución de los ingresos entre los habitantes de una región o país, el equipo calculó métricas de desigualdad para cada localidad estudiada y analizó su relación con factores como la población y la complejidad política.
La desigualdad y su registro histórico
Según una nota de prensa, el estudio demuestra que decisiones humanas y estructuras de gobernanza pueden atenuar las brechas de riqueza, ofreciendo nuevas perspectivas para comprender la desigualdad actual. La creciente brecha entre ricos y pobres en la actualidad contrasta con visiones tradicionales, que sitúan el auge de la desigualdad exclusivamente en Grecia, Roma o la Europa medieval.
Sin embargo, el análisis de los datos evidencia patrones variados: en algunos periodos y regiones la desigualdad aumentó, mientras que en otras se estabilizó o incluso disminuyó. Este hallazgo cuestiona la idea de un desarrollo unilineal de la desigualdad y resalta la complejidad de los procesos sociales a lo largo de los últimos 10.000 años.
El tamaño y la complejidad de las viviendas reflejan la inversión de recursos y la capacidad económica de sus habitantes: por ello, constituyen un indicador fiable para medir la desigualdad en sociedades sin registros escritos. Al comparar la variabilidad en el tamaño de las estructuras, los investigadores pudieron calcular el coeficiente de Gini, cuya escala va de 0, para igualdad perfecta, a 1, para desigualdad máxima.
El equipo liderado por el investigador Gary Feinman recopiló información de más de 1.000 asentamientos distribuidos en seis continentes, abarcando desde pequeñas aldeas hasta grandes urbes antiguas. Para cada sitio, se midió el área de las viviendas excavadas o detectadas mediante tecnologías como LiDAR y fotogrametría aérea.
La desigualdad no es inevitable ni natural
Los coeficientes de Gini revelaron una amplia gama de desigualdades: algunas sociedades agrícolas tempranas mostraron niveles comparables a los de ciudades preindustriales, mientras que otras grandes civilizaciones tenían distribuciones de riqueza relativamente igualitarias. Esta variabilidad indica que la escala del asentamiento no determina por sí sola la desigualdad.
Más allá de las teorías establecidas, el estudio compruebas que no existe una relación lineal entre población o jerarquía política y desigualdad extrema. En cambio, se detectaron “mecanismos de nivelación” en ciertas sociedades que, mediante instituciones y cooperación comunitaria, restringieron la concentración de riqueza.
Referencia
Assessing grand narratives of economic inequality across time. Gary M. Feinman et al. PNAS (2025). DOI:https://doi.org/10.1073/pnas.2400698121
"Ahora bien, las discusiones sobre un dato u otro probablemente tendrán poco impacto en los patrones generales que observamos. Nunca compartí las afirmaciones ideológicas sobre que la desigualdad es inevitable o natural, ideas que espero no vuelvan a surgir después de este estudio colectivo", indicó Feinman a Live Science.
En definitiva, el estudio concluye que la desigualdad no crece inevitablemente con el tamaño social o los avances tecnológicos: en cambio, subraya el papel decisivo de las decisiones humanas y el diseño institucional para moldear los niveles de desigualdad.
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