Ecología

Las avispas alimentan a sus crías siguiendo un plan complejo

Un estudio desmonta la idea de que la sofisticación cognitiva está reservada a los animales de gran cerebro

Una avispa hembra cargando una oruga presa para alimentar a su cría.

Una avispa hembra cargando una oruga presa para alimentar a su cría. / Jeremy Field

Redacción T21

Madrid

Cuando las avispas excavadoras alimentan a sus crías, muestran una memoria asombrosa: entre cientos de pequeños agujeros en el suelo, recuerdan aquellos en los que sus propias crías esperan comida. La planificación compleja también protege a las crías de la inanición, según un nuevo estudio.

En el mundo natural, a menudo se asume que las hazañas cognitivas más sofisticadas están reservadas para animales con cerebros grandes: mamíferos, aves, tal vez algún pulpo. Sin embargo, un reciente estudio publicado en Current Biology desafía esta noción al revelar la asombrosa capacidad de memoria y toma de decisiones de las avispas excavadoras (Ammophila pubescens), insectos solitarios que, con cerebros diminutos, demuestran una flexibilidad y precisión dignas de admiración.

Las hembras de Ammophila pubescens enfrentan un desafío monumental: deben alimentar y cuidar simultáneamente a varias crías, cada una alojada en su propio nido subterráneo. A diferencia de otras avispas que sellan y abandonan a su descendencia tras dejarles un solo paquete de comida, estas madres practican la “provisión progresiva”.

Esto significa que, a medida que la larva crece, la madre debe regresar varias veces para añadir más alimento, todo mientras inicia nuevos nidos y mantiene el control sobre el estado y las necesidades de cada uno.

El estudio revela que una sola hembra puede recordar la ubicación exacta de hasta nueve nidos activos al mismo tiempo, incluso en un paisaje de arena desnuda y aparentemente uniforme. Y no solo eso: rara vez se equivoca de nido, con menos del 2% de los alimentos depositados en la cría equivocada, una tasa de error sorprendentemente baja considerando la complejidad de la tarea.

¿Qué, dónde y cuándo?

Para coordinar este sistema de guarderías subterráneas, las avispas emplean una memoria integrada que abarca tres dimensiones fundamentales: qué, dónde y cuándo. Este tipo de memoria, conocida como “memoria episódica” en vertebrados, se consideraba hasta hace poco terreno exclusivo de aves y mamíferos inteligentes.

Dónde: Las madres localizan sus nidos usando referencias espaciales, no por el olor o el aspecto del sello de la entrada, como demostraron los experimentos en los que se intercambiaron los tapones de nidos entre diferentes hembras sin que esto las confundiera.

Cuándo: No solo recuerdan dónde está cada nido, sino también el orden en que cada cría fue puesta y, por ende, su edad relativa. Así, priorizan alimentar primero a las crías más viejas, reduciendo el riesgo de que alguna muera de inanición. Si una cría muere y es reemplazada, la madre ajusta el orden de alimentación, mostrando una flexibilidad notable.

Qué: Las avispas también ajustan el momento de la siguiente alimentación según el tamaño del primer alimento que recibió la larva. Si la cría recibió una presa grande al principio, la madre retrasa la siguiente provisión, aprovechando para iniciar nuevos nidos y maximizar así el número de descendientes que puede sacar adelante antes de morir.

¿Memoria o inspección directa?

Un aspecto sorprendente es cómo las avispas deciden cuándo confiar en la memoria y cuándo inspeccionar directamente el estado de una cría. El estudio muestra que, para elegir cuál cría alimentar después, las madres se basan en el recuerdo del orden de puesta. Sin embargo, para determinar si una larva necesita más comida (especialmente tras haber recibido una presa grande), la madre la inspecciona directamente durante una visita de “evaluación”.

¿Por qué no confiar siempre en la memoria? La respuesta parece estar en la ecología y los riesgos: abrir un nido expone a las crías más jóvenes (huevos) a parásitos, mientras que las larvas más viejas son menos vulnerables. Así, la madre minimiza el riesgo de parasitismo usando la memoria para la mayoría de las decisiones, pero se permite una inspección directa cuando el peligro es menor y la información es crucial.

Referencia

Memory and the scheduling of parental care in an insect population in the wild. Jeremy Field et al. Current Biology, May 9, 2025. DOI: 10.1016/j.cub.2025.04.045 

Implicaciones evolutivas

La provisión progresiva y la necesidad de integrar información compleja sobre múltiples crías podrían haber sido el caldo de cultivo para la evolución de la vida social en avispas, abejas y hormigas, señalan los autores de este trabajo. Las habilidades cognitivas necesarias para coordinar el cuidado de varias crías, evaluar sus necesidades y responder a cambios inesperados (como la muerte o el reemplazo de una cría) serían igualmente útiles en sociedades donde varias hembras cooperan en la crianza.

Este trabajo desmonta la idea de que la sofisticación cognitiva está reservada a los animales de gran cerebro. Las avispas excavadoras, con su memoria integrada y su capacidad para ajustar la programación del cuidado parental en función de la experiencia y las circunstancias, demuestran que la naturaleza es capaz de soluciones elegantes y complejas, incluso en los cuerpos más diminutos.

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