La ciudad de Alaquàs cuenta con una joya arquitectónica de excepción gracias a su Castell Palau. Este edificio renacentista, levantado en el siglo XVI, está catalogado desde hace ya más de 100 años como Monumento Nacional (1918) y pone de manifiesto la relevancia histórica que ha tenido esta localidad que se encuentra a escasos kilómetros de València desde su creación, cercana al año 1300.

El Castell es el eje central que da identidad a un pueblo que se ha esforzado por mantenerlo y protegerlo. Su presencia ha marcado el desarrollo de la historia de Alaquàs desde los primeros que lo levantaron hasta aquellos que con la llegada de la democracia se mostraron más activos para recuperarlo o los jóvenes –y también mayores– que ahora disfrutan de las exposiciones, la programación y los eventos que allí se celebran.

El actual Castell de Alaquàs es el resultado de un gran proyecto constructivo datado a principios del siglo XVI. El objetivo, en su momento, fue el de emprender una gran reforma urbana que aspiraba no sólo a la construcción del Castell, sino también a la edificación de la que años más tarde fue la iglesia parroquial de la Asunción.

El edificio se convirtió en un icono de la ciudad durante siglos. Sin embargo, a partir de 1918, con el fin de los señoríos, se inició un proceso de expolio del Castell para aprovechar sus materiales, principalmente su madera, como elemento meramente comercial. La respuesta social fue inmediata, los intelectuales emplearon todos sus esfuerzos para impedirlo. Gracias a las gestiones de Mariano Benlliure, a través de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, se conseguía que el 21 de abril el rey Alfonso XIII firmara una Real Orden según la cual el Castillo de Alaquàs era declarado para su salvaguardia Monumento Histórico y Artístico Nacional. Pese a ello, esto no evitó que en el año 1928, de manera clandestina, se produjera el derribo parcial de la torre noroeste.

Con la llegada de la democracia, y con el Castell en un estado de deterioro notable, un grupo de activistas se movió para tratar de que se restaurara el edificio que durante siglos dio esplendor a la ciudad. Al final, en el año 1999, el Ayuntamiento de Alaquàs inició las gestiones necesarias para definir el uso público del Castell.

En el año 2002 se produjo la aprobación de la expropiación del Castell y se solicitó a la Generalitat Valenciana poder ocuparlo urgentemente, algo para lo que el consistorio obtuvo el permiso en 2003, en lo que fue un acontecimiento histórico de gran trascendencia, ya que tras siglos de propiedad privada, el monumento histórico más emblemático de Alaquàs pasaba a manos de sus ciudadanos y ciudadanas.

El 28 de febrero de 2003 se abrieron al público por primera vez las puertas del Castillo al público en general, iniciándose así una nueva etapa, convirtiéndose en uno de los principales centros culturales de la Comunitat Valenciana, por el que pasan a diario miles de personas para visitar sus exposiciones, participar en los eventos que acoge o recibir las clases del Centro de Formación de Personas Adultas que allí se imparten.

Ya en 2007 se finalizó la rehabilitación que le ha llevado a su estado actual con el que hace tan solo dos años el ayuntamiento celebró el centenario de su reconocimiento como Monumento Nacional.