València se inclina hacia el mar durante el verano. El excelente clima de la ciudad, unido a la calidad de sus servicios en la franja marítima así como a sus atractivos arquitectónicos y culturales, dotan a la capital del Turia de una oferta turística que se adapta a cada visitantes según la época del año. Y en el período estival, precisamente el lugar más atractivo es su litoral.

València alberga kilómetros de playas con banderas azules y una gran cantidad de opciones para disfrutar los 300 días de sol -casi todo el año- que ofrece de media. Playa, sol, calles con encanto y mucha historia. Todo eso y mucho más es lo que pueden encontrar los visitantes cuando descubran los barrios marineros de València. Porque la capital del Turia, sin olvidar su casco histórico, también mira hacia el mar y su litoral.

No se puede entender una ciudad sin conocer sus orígenes y los de València pasan sí o sí por el mar. El cap i casal cuenta con playas acondicionadas con todo tipo de servicios. En cualquier momento del año y a pocos minutos del centro de la ciudad, se encuentran las playas de las Arenas y la Malva-rosa, a las que se puede llegar a través de autobuses urbanos, tranvía, coche, o simplemente paseando o en bici. Junto a ellas el Paseo Marítimo se ha convertido en una de las zonas de ocio por excelencia donde se puede disfrutar paseando, patinando, corriendo o tomando el sol y, por supuesto, degustando espléndidas paellas y guisos de pescado fresco.

Barrios marineros de València. ED

Si el visitante prefiere inmiscuirse en la naturaleza, a solo 10 kilómetros del casco urbano, al abrigo del Parque Natural de l’Albufera, luce un arenal con dunas naturales y abundante vegetación que esconde algunas de las playas más salvajes de la ciudad como son el Saler, la Devesa, la Garrofera… Estas playas son las preferidas por los deportistas acuáticos.

 

Un barrio histórico

Además del agua del mar, las playas y la naturaleza, los turistas pueden disfrutar de una visita cultural e histórica a través del Cabanyal-Canyamelar. De hecho, la historia valenciana va unida a la de este barrio marítimo, que llegó a ser un municipio independiente en el siglo XIX, bajo el nombre de Pueblo Nuevo del Mar. Todavía hoy es un barrio de pescadores, protagonista de las estampas más costumbristas, donde la vida tiene otro ritmo.

El valor arquitectónico del Cabanyal es inconmensurable con sus barracas, casitas de pescadores, fachadas de azulejos, edificios de colores y estructuras modernistas. Desde la Lonja de Pescadores al Mercado del Grao; pasando por las viviendas de la calle de Sant Pere, la Reina o Escalant; e incluso la zona del Progrés y Amparo Guillem. La particular planta de sus edificios y la disposición de su urbanismo –los callejones son casi un laberinto– también son responsables de un clima social y un estilo de vida muy auténtico, casi extinguido en las grandes metrópolis.

Embarcaciones de vela latina. ED

En los últimos tiempos, además, un sentimiento distinto se extiende por sus calles. Las nuevas generaciones han vuelto la mirada hacia la zona de la playa, no solo para comprender su valor, sino para enriquecerla a través de propuestas culturales. Como ha pasado con otros barrios alrededor del mundo, el sentimiento bohemio ha impulsado un renacimiento. La zona ya cuenta con una red que implica a colectivos de arte y compañías de teatro con numerosos proyectos en marcha.

A todo ello hay que sumarlo que es el antiguo puerto de la ciudad, hoy reconvertido en la Marina de València, un espacio público de un millón de metros cuadrados abierto a la innovación y la náutica. Situada junto al Paseo Marítimo, la Marina de València se ha convertido en un foco sociocultural emergente de la ciudad. La cultura, la formación y el emprendimiento conviven con el deporte, el turismo y la gastronomía en un frente marítimo que ya se ha consolidado como distrito de la innovación.