Recorrer los valles del interior de Alicante es una oportunidad para descubrir la cara oculta de la provincia y una opción cada vez más elegida por parte del turismo que la provincia recibe año tras año.

Las montañas esconden senderos que acercan la flora y la fauna de cada una de las zonas, pero también pequeños pueblos de corte rural que con sus peculiares calles y rincones encantan a quienes los visitan.

Entre los lugares más destacados o visitados de la provincia se encuentran algunos de los valles más famosos por ser epicentro de senderistas y ofrecer cantidad de desafíos a golpe de montaña.

Este recorrido de valles y montañas lo encabeza la Vall de Gallinera y el recorrido por los ocho municipios que le dan forma.

Con una distancia de entre 14 y 16 kilómetros lineales, solo ida desde su inicio en la fuente de la Mata de Benirrama hasta el final, en la fuente del mismo nombre pero de Benissili, o al revés; la Ruta de los 8 Pueblos de la Vall de Gallinera, Benirrama, Benialí, Benissivà, Benitaia, La Carroja, Alpatró, Llombai y Benissili es un bello recorrido que no presenta dificultades importantes para el caminante, ya que la mayor parte del trayecto se realiza por caminos asfaltados o bien acondicionados y el desnivel es suave, donde hay tramos que también se pueden recorrer en bicicleta de paseo.

A lo largo de su recorrido se puede disfrutar en sus distintos restaurantes de una rica gastronomía y también, si se dispone de tiempo suficiente para pernoctar, de la hospitalidad de las numerosas casas rurales de todo el valle.

Además, se pueden adquirir productos típicos de su cocina tradicional, como cerezas de la zona, aceite de oliva virgen, embutidos, dulces, miel o mermeladas, entre otros, todo ello en los comercios y cooperativas de cada población.

Pero sin duda, a lo largo de este recorrido hay una parada senderista que no se puede eludir, la Penya Foradà o Foradada.

Situada a una altitud de 737 metros sobre el nivel de mar, es una auténtica maravilla natural de la provincia de Alicante, el que podríamos decir, sin duda alguna, es el elemento paisajístico más representativo de este valle.

Este espectacular arco de piedra, de gran belleza, es un rincón mágico desde el que observar toda la Vall de Gallinera, uno de los principales causantes de que el valle fuese declarado Paraje Natural de la Generalitat Valenciana.

Una ventana natural en la que, de manera casual y durante dos veces al año, se produce una alineación solar que atrae a curiosos y aficionados de la astronomía.

Hay varias rutas que oscilan entre los tres y los 18 kilómetros según desde donde se inicie.

Catedral del senderismo

En el pequeño municipio alicantino de la Vall de Laguar, las rocas de las montañas aún devuelven el eco de los pasos de los rebeldes moriscos que se ocultaron entre grietas y desfiladeros para evitar ser expulsados de la bella tierra que les vio nacer.

Hoy, senderistas, escaladores y amantes de la naturaleza escuchan sus centenarios lamentos mientras descubren una de las rutas senderistas más hermosas de la Comunitat Valenciana.

Durante siglos, el ser humano, en su eterna y vana envidia de la Madre Naturaleza, ha intentado modelar obras con sus manos que imitaran y superaran a las creaciones de aquella. Fue así como, en la Edad Media, los fervientes cristianos se afanaron para levantar enormes catedrales de piedra cuyos interiores relucían en oro, plata, bronce y piedras preciosas.

Sin embargo, a la naturaleza no le hacía falta tanto adorno artificial para esculpir sus magníficas obras de arte.

Una prueba de ello se halla en la comarca alicantina de la Vall de Laguar, donde una ruta senderista circular de unos 15 km ha sido bautizada con el sobrenombre de la «Catedral del Senderismo», tanto por su belleza como por sus más de 6.700 escalones labrados en la roca.

Un curioso apodo para una senda que recorre un lugar llamado Barranco del Infierno. Y es que, a veces, la línea que separa al cielo del infierno es realmente fina. A pesar de que la distancia no es exagerada para una ruta de montaña, la dificultad del sendero que atraviesa el Barranco del Infierno reside en que, en tan solo 15 km de recorrido, hay tres subidas, con sus respectivas bajadas, realmente pronunciadas.

Siendo así, la aventura se convierte en una buena prueba rompepiernas, de esas que dejan, por varios días, unas buenas agujetas en los gemelos inexpertos.

Valles remotos para hacer senderismo en Alicante. ED

La mayoría de senderistas suelen iniciar la ruta desde el aparcamiento público de Fleix. El sendero PR-CV 147 está perfectamente señalizado a lo largo de todo el recorrido, por lo que resulta casi imposible extraviarse.

El Barranco del Infierno ha sido tallado por la fuerza erosiva del viento, la lluvia y las aguas del río Girona, que casi todo el año fluyen, escondidas y tímidas, bajo una gruesa capa grisácea de cantos rodados.

Tanto en los ascensos como en los descensos, la senda natural se encuentra modificada con escalones labrados por los moriscos que habitaron estas tierras hasta principios del siglo XVII. Aún se pueden apreciar vestigios de las terrazas de sus cultivos.

Además, hay antiguos lavaderos, fuentes, caserones de piedra (tanto habitados como deshabitados), arbustos y plantas mediterráneas, pinos y cuevas, formando todo ello un paisaje que no deja lugar a la monotonía.

De los muchos miradores que regala esta ruta de grandes desniveles, los más bellos son los que aparecen casi al final, en la última subida que deja al caminante a tan solo unos cientos de metros de Benimaurell.

Desde aquí, se pueden admirar el mar Mediterráneo, la población de Dénia y la inconfundible silueta del macizo del Montgó, protagonista de uno de los parques naturales más bellos de la provincia de Alicante.

Otra cita ineludible

Si quieres seguir el recorrido de valles y montañas de la provincia tampoco puedes perderte el Valle de Guadalest. Formado por seis pueblos situados muy cerquita los unos de los otros: Benimantell, El Castell de Guadalest , Benifato, Beniardà, Confrides y Abdet también ofrece una variada oferta senderista.

Del paisaje del valle nos sorprende el bello embalse de Guadalest rodeado de imponentes montañas como la Sierra de Aitana (1.558 m), la Sierra de Serrella (1.379 m) y la Sierra de Xortá (1.218 m).

Este variopinto paisaje en un entorno natural de alto valor ecológico forma un excelente ejemplo de naturaleza mediterránea que invita a disfrutarla tranquilamente, ya sea a pie o en bicicleta por los numerosos senderos que surcan el valle.

La Sierra de Aitana con 1558 metros es la cumbre más alta de las últimas estribaciones de la cordillera Bética que llegan hasta la Comunitat Valenciana.

Numerosos manantiales conocidos por la calidad de sus aguas jalonan sus laderas. Esta característica hace que los amantes de este deporte la tengan en su lista de conquistas.

Senderistas realizando una ruta.

Senderistas realizando una ruta. ED

Para reponer fuerzas tras este exigente recorrido entre las cimas más importantes de este valle se pueden reponer fuerzas en los restaurantes de la zona.

El Castell de Guadalest, por ejemplo, ofrece a sus visitantes una gastronomía rica y variada. Los restauradores deleitan a quienes los visitan con platos de la cocina nacional, internacional y típica de la zona.

El conejo al «all i oli», los pimientos rellenos, las verduras al horno, «l’olleta de blat» y todo tipo de arroces elaborados con productos naturales hacen las delicias de los turistas y son reclamo de quieres buscan conocer los productos más típicos.

Senderos, rutas, cimas e historias hacen que la provincia sea un lugar para disfrutar por tierra, mar y aire. Si todavía no has conquistado ninguna de estas cimas o rutas clave de la provincia solo tienes que hacer un hueco en el calendario y dejarte llevar.

Con todo esta oferta quedar impresionado no será difícil, solo queda comprobarlo.